|
La luz interior de Magdalena Luque Dibujo y grabado. Magdalena Luque. Sala Italcable. C/ Calvo, s/n. Málaga. Hasta el 30 de junio de 2004 Si hay un rasgo que distinga hasta la fecha la obra entera
de Magdalena Luque (Málaga, 1943) es la sinceridad, la espontánea y natural
autenticidad que emana de toda ella, más exactamente, incluso
a pesar de ella. Junto a él, también habría que hablar de una rara convicción
interior, de una firme y robusta fuerza interna, como si la obra fuese un ...
acto de fe. En este sentido, más que relacionada con el pensamiento del artista
romántico alemán Friedrich, cuando decía aquello de que «el
pintor no debe pintar tan sólo lo que ve frente a sí, sino también
lo que ve en sí mismo. Y si nada ve en su propio interior, es mejor que
renuncie a pintar lo que ve fuera de él», la obra de Magdalena Luque está «hermanada»
con los cuadros terrosos y llenos de verdad del Van Gogh del periodo de Nuenen,
cuando la pintura, una vez constatado el fracaso como pastor y hermano en el
sufrimiento al lado de los mineros del Borinage, se convierte en una especie de
«misión» y de entrega completa, lo cual es también una manera de afirmación
de la vida y de apostar por la plenitud del hombre. La mejor prueba de lo que decimos es este bien trabado conjunto de dibujos hechos con carboncillo y ceras, y que han sido realizados inspirados en una atenta lectura de la poesía de San Juan de la Cruz, pero manteniendo en todo momento una absoluta independencia respecto de esta última, esto es, interpretando con inusual originalidad el hondo espiritualismo del autor de Fontiveros. Originalidad significa aquí autonomía de la obra artística, preeminencia de los recursos y elementos exclusivamente plásticos, como son la línea, la mancha, el gesto y el tratamiento del espacio, con zonas oscuras, densas y enmarañadas, y otras blancas y vacías por las que se hace patente la luz. Una luz que pugna por «abrirse paso» en esta lucha soterrada entre la sombra y la claridad, entre la apariencia y la realidad, entre la falacia y la verdad. . © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de junio de 2004
|