Gesto pictórico y experiencia religiosa

Pintura y dibujo. Magdalena Luque.

Sala Mare Nostrum. La Cala del Moral (Rincón de la Victoria, Málaga). Hasta el 20 de octubre de 2007.

 

A medida que transcurren los años, la obra de Magdalena Luque (Málaga, 1943) está cada vez más impregnada de una honda experiencia religiosa interior, pero «interior» sobre todo en el sentido protestante del término, es decir, que atañe exclusivamente al mundo privado de la persona. No es que su pintura sea necesariamente una pintura religiosa por su tema, esto es, una pintura cuyo motivo o asunto principal sean pasajes extraídos de la Biblia o de las vidas de los santos, sino que es religiosa en cuanto que está elaborada a partir de una profunda experiencia interior de carácter religioso que relaciona su pintura con el pensamiento de los grandes místicos españoles.

No se trata de un panteísmo de raíz romántica, porque aquí no se afirma el carácter sagrado de todo cuanto existe de un modo abstracto e impersonal, sino que se trata de una religiosidad agónica, unamuniana, de la experiencia de la Gracia iluminando su trabajo con una humildad y modestia que sólo una época laicista como esta puede desdeñar. Las composiciones abstractas de Magdalena Luque traslucen estados del alma, pero estados del alma espiritual cristiana en su comunión con Dios. Y lo hace con una autenticidad tal que se transmite por entero al papel o a la tela, revelándonos un gesto firme y preciso, unos pigmentos limpios y claros, una diafanidad espacial que habla de una extraña y desconocida pureza. Magdalena Luque busca al Esposo a través de la pintura.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 5 de octubre de 2007