Símbolos culturales

Pintura. Juan Antonio Mañas y Brigitte Szenczi.

Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 14 de diciembre de 2001.

 

A las pinturas figurativas de Juan Antonio Mañas (Madrid, 1946) y de Brigitte Szenczi (Budapest, 1943) podrían sin ningún temor aplicárseles las palabras que dejó escritas en 1891 el más inteligente y dotado de los críticos simbolistas, G.-Albert Aurier: «El normal y último propósito de la pintura, como del resto de las artes, nunca puede ser la representación directa de las cosas. Su meta es la expresión de las Ideas, traduciéndolas a un lenguaje especial». En efecto, las obras de ambos se nutren primordialmente de las evocaciones de su propio mundo interior y de los recuerdos que va filtrando la memoria, de la reflexión sobre algunos de los principales símbolos de nuestra cultura y de la riquísima tradición iconográfica del arte de oriente y de occidente, que ellos, como pintores cultos e ilustrados que son, incorporan con sutileza y refinamiento a sus composiciones, pero casi siempre acompañándola de una levísima mirada irónica que revela una indudable complicidad con la modernidad.

Las remembranzas autobiográficas quizás afloren con mayor espontaneidad y naturalidad en los cuadros de Brigitte Szenczi, entre los que puede ser un nítido ejemplo El bosque sincrónico, un paisaje con el mar en el último plano del que inmediatamente advertimos que corresponde al ámbito de la civilización grecolatina y en el que transcurren varias escenas simultáneamente, al modo de las célebres tablas de Botticelli que guarda el Prado, entre ellas la de una niña sonriente con un gato, indicación de una infancia feliz en estrecho contacto con la naturaleza, y la de una pareja de jóvenes enamorados, alusión a esa etapa de la vida en que se despierta el deseo y la pasión amorosa. En otro de los óleos de la autora, La douane du revê, además de la evidente recreación del enigmático La gitana dormida del aduanero Rousseau, puede deducirse una relación entre la muchacha dormida y el felino que vigila a su lado en la senda de La mujer pantera de Jacques Tourneur.

Más inclinada hacia la representación de símbolos culturales se halla la pintura de Juan Antonio Mañas, según pone de manifiesto de una manera especialmente acertada la sugestiva The storyteller, donde un contador de historias y sus dos jóvenes oyentes están precisamente encima de una construcción arquitectónica laberíntica   —¿no alude su forma geométrica a la razón, al «logos», y no es éste también un producto del hombre en el que se pierde y se arruina?—, extendiéndose a lo lejos en lontananza un verde paisaje (el placer, el deseo) y finalmente el pedregoso desierto (la autodisciplina ascética). En cambio, en Chatwin and Benjamin at work  vemos al viajero que buscó durante toda su vida la sabiduría sin encontrarla y al pensador materialista y crítico enfrascados en sus investigaciones y rodeados de objetos culturales que nos hablan del infinito anhelo de conocimiento.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de diciembre de 2001