Revelaciones de verdad sexual

Fotografía. Robert Mapplethorpe.

Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 15 de noviembre de 2009.

 

 

Ése era uno de los expresivos comentarios que el filósofo y crítico estadounidense Arthur C. Danto escribió acerca de las imágenes de Robert Mapplethorpe (Queens, Nueva York, 1946 – Boston, 1989) en un texto muy conocido. Hubo un tiempo, durante los noventa, en que hablar de Mapplethorpe parecía a mucha gente una provocación, aunque por lo general ese público no conocía la obra del © Robert Mapplethorpe. TULIP. 1985. fotógrafo, sino que se dejaba llevar por los prejuicios de un estado interesado de opinión. Cuando se le hizo a Mapplethorpe la primera exposición en Málaga, una atrevida muestra que se inauguró a principios de octubre de 1991 en la Galería del Colegio de Arquitectos, traje yo entonces a colación un sustancioso artículo del crítico Germano Celant sobre las fotografías de Mapplethorpe y de Joel-Peter Witkin, en el que citaba unas oportunas palabras del historiador y poeta lituano Jurgis Baltrušaitis acerca de lo que debe entenderse por una «perspectiva depravada», esto es, «una visión cuya mirada está dominada por el deseo y la pasión de ver las cosas de manera preconcebida». Es decir, que la «suciedad» no está, al menos en este caso, en el artista, sino en la naturaleza misma de sus obstinados inquisidores. Por fortuna, aquella actitud pasó, y aunque todavía puedan alzarse voces estridentes, lo cierto es que Mapplethorpe es un fotógrafo de mirada limpia y no obscena, pero que, eso sí, tuvo la valentía de ser de los primeros en reivindicar la plena transparencia de las imágenes de temática sexual, especialmente aquellas cuyo contenido es abiertamente homosexual, una actitud que en los años finales del decenio de los ochenta estaba llena de simbolismo, pues fue entonces en los Estados Unidos cuando los homosexuales empezaron a mostrar sin tapujos su orientación, y, sobre todo, cuando el terrible virus del sida estaba causando estragos en la comunidad homosexual, siendo el propio Mapplethorpe víctima de la enfermedad en 1989. Danto tiene razón: sus imágenes son revelaciones de verdad sexual, es decir, hay en ellas una pureza sin mácula, algo intrínsecamente honesto.

En la actual muestra, procedente de la Fundación Mapplethorpe, se exhiben retratos, autorretratos, flores, desnudos y fotografías de esculturas, los temas que siempre le obsesionaron. En ocasiones, las expresiones corporales están cinceladas por la cámara del fotógrafo, con abruptas transiciones de luz y sombra. En otras, apreciamos el nivel de creatividad de una poética basada en la osada exploración geográfica de los cuerpos masculinos y femeninos desnudos. En este sentido, está claro que Mapplethorpe convierte los cuerpos en paisajes, una poética que ya había sido cultivada hacia 1925 por Edward Weston con sus platinotipos de desnudos, en los que técnica y estética se convierten en una sola cosa, algo que también sucede en los desnudos de Mapplethorpe, en los que el «flou» empleado por Weston ha sido sustituido por una dureza lumínica casi marmórea, pero que otras veces es turgente y suave. Los retratos son sencillamente prodigiosos. Repárese sólo en dos: el de Katherine Cebrian, con esa sorprendente correspondencia entre cuatro promontorios, el de la nariz aguileña, el collar y las dos manos de la tratada; o el de Andy Warhol, cuya timidez y soledad están perfectamente sugeridos por la posición de las manos y el vacío de la zona derecha.

 

 

© Enrique Castaños

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 2 de octubre de 2009.