Sobre el tiempo cotidiano

 

Instalación. Martí Anson.

Sala de arte municipal. Málaga. C/ Ramos Marín, s/n. Hasta el 14 de julio de 2000.

La instalación que presenta Martí Anson (Mataró, 1967) en la sala de arte municipal de Málaga bajo el título de Invitación a pasear. Invitación a esperar, es una irónica y en algunos aspectos paródica reflexión acerca del fluir del tiempo por entre los espacios de la cotidianidad, interrumpida y alterada sucesión temporal que se convierte en este proyecto sólo en presente y se desdobla en dos invitaciones aparentemente contrapuestas, pero en el fondo complementarias y portadoras de una tensión dialéctica que las dota de sentido como diagnóstico parcial de la monótona existencia del sujeto contemporáneo en la metrópolis postindustrial: la propia del tiempo de ocio y la propia del tiempo de la espera. En la primera de esas invitaciones el espectador avanza en sentido contrario al de los paseantes que un día cualquiera y a una hora cualquiera lo hacen por las Ramblas de Barcelona, captados por la cámara en una serie cíclica y cerrada de imágenes que se proyectan sobre la pared de la galería con un sentido intencionadamente cinematográfico y donde asimismo ha sido suprimida la sucesión temporal continua, entremezclándose el pasado, presente y futuro de tal modo que la percepción resultante es la de un único y agobiante presente en el que las figuras de los viandantes adoptan el papel de espectros atrapados en un instante eterno vacío de contenido. En el otro espacio opuesto de la sala el espectador es sutilmente invitado a sentarse en un banco dispuesto a propósito y contemplar la sucesión de imágenes fijas captadas en una estación de metro de la misma ciudad, de igual modo alteradas en su fluencia para producir la sensación de un único tiempo presente de espera que en realidad es también una invitación a la autorreflexión y el autoconocimiento, una parada necesaria en el vacuo discurrir de la vida del sujeto aprisionado en la repetición. Ambas invitaciones, entre las varias posibles, podrían ser interpretadas como el irónico diagnóstico de una sociedad que aún está muy lejos de haber alcanzado ese estado espiritual inherente al eterno retorno de lo mismo del que hablaba el filósofo de la máscara de cuya muerte se cumple ahora un siglo.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de julio de 2000