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Contra el perecedero presente Escultura, vídeo y objetos. César Martínez. Chicharrón con pelos y otras sorpresas. Galería Casaborne. Antequera. Callejón La Gloria, 1. Hasta el 24 de noviembre de 2006. Licenciado en Diseño de la Comunicación Gráfica en la Universidad Autónoma Metropolitana de su ciudad natal, así como con estudios de Artes Plásticas en la Escuela Nacional La Esmeralda, también en la capital del gran país hispanoamericano, César Martínez (México D. F., 1962) es un artista irreverente y sarcástico, crítico e irónico, lleno de lucidez y de recursos, que lo mismo usa el vídeo que la escultura, la fotografía o la pintura, y cuya construcción de «objetos», así como las bases teóricas de su discurso, deben mucho a las vanguardias artísticas europeas, especialmente el dadaísmo, un movimiento de que puede considerarse un epígono fuera ya de todo tiempo, pero que reactualiza valiéndose de recursos similares, aunque, también es verdad, no tanto con una intención antiartística, sino sobre todo humorística e irónica. En 2003 tuvo una destacada participación en la Sección Futuribles de la Feria de Arco, y en este momento una nutrida selección de sus sugerentes esculturas hinchables de látex ha iniciado una gira europea en Varsovia, patrocinada por la Secretaría de Relaciones Exteriores de Méjico. Alegorías del cuerpo como metamorfosis semiótica o alusiones a la insoportable brevedad del ser, estas esculturas, que se inflan y desinflan a través de un simple mecanismo, aluden a la contaminación del aire, aunque también a ese suspiro y brevedad que es la vida misma, contaminada material y espiritualmente. A César Martínez le interesan los comportamientos colectivos; de ahí sus series de fotografías en las que captura situaciones cotidianas en diversas ciudades de su país, confrontando la alta cultura y el consumo cultural con el consumo vulgar. En sus diminutos objetos sorprende la frecuencia con la que aparece un muñeco que representa un esqueleto, alusión a la muerte que es una constante en la cultura de Méjico. Lo mismo vemos un grupo de mariachis con cabeza de calavera delante del impresionante tríptico del Descendimiento de Rubens que hay en la Catedral de Amberes, como vemos a ese personaje, solitario, como un turista accidental, delante del soberbio El entierro del conde de Orgaz, de El Greco, un cuadro que a César Martínez le plantea la dicotomía entre dos formas de entender la realidad. Guiños a Duchamp, críticas a la televisión y al afán de protagonismo, manipulación de los billetes de dólar, en referencia al neocolonialismo, presencia irónica de comportamientos homosexuales que están muy lejos de ser aceptados en aquellas sociedades iberoamericanas, la muestra se cierra con una imagen, dos gallinas sin cabeza unidas por el cuello, que constituye una paráfrasis del enfrentamiento civil, del Duelo a garrotazos de Goya. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 3 de noviembre de 2006
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