El clasicismo postmoderno de Tomás Martos

Pintura y dibujo. Tomás Martos.

Galería Cartel. Málaga. C/ Cortina del Muelle, 5. Hasta el 25 de abril de 2005.

Desde el siglo XV en Italia hasta principios del siglo XX el dibujo ha sido la disciplina básica en la formación del Tomás Martos. "Ulises", 2004. Óleo / tabla. 36 x 22 cm.artista. A pesar de que hoy se encuentra postergado y de que incluso un número significativo de creadores carecen de una sólida educación dibujística, ésta era hasta hace poco más de medio siglo tan importante que el futuro artista no debía abandonarla en toda su carrera, ejercitándose constantemente en sus siempre escondidos secretos formales. A medida que se avanza en el tiempo, sobre todo desde la segunda mitad del XVII en Francia y durante el XVIII en España, la enseñanza del dibujo va a estar cada vez más normalizada y regulada, que es como la encontramos en esos países durante el siglo XIX, una centuria que con Ingres a la cabeza hace del dibujo la actividad esencial del pintor y del escultor, si bien ya hacia 1860 empiezan los primeros síntomas definitivos de su dilatada disolución. Prueba de esa preeminencia, es la posición e importancia que Leonardo concede al dibujo en su célebre Tratado de la Pintura, donde, además de aconsejarle al aprendiz que sea diligente pero no precipitado, le sugiere un orden en su aprendizaje que pasa por copiar del natural los dibujos de los grandes maestros, por dibujar «el relieve, guiándote de un dibujo de él sacado», y por dibujar, en último lugar, «un atinado natural, que en él has de avezarte».

Las anteriores consideraciones vienen a propósito de esta inusual exposición de Tomás Martos (Motril, Granada, 1971), un pintor para quien el dibujo es parte fundamental e insustituible de su trabajo de creación artística, pero no sólo como método y disciplina, sino como obra acabada, la cual goza para él de igual estima que sus lienzos. De hecho, observando sus óleos sobre tabla, se percibe claramente el sostén estructural del dibujo en todas sus composiciones, un dibujo de líneas nítidas y precisas que se dirige especialmente a diseñar figuras humanas de miembros alargados y estilizados, con un canon largo que nos retrotrae a las hiperintelectualizadas formas manieristas de la segunda mitad del XVI, cuyo origen está sin duda en el «Juicio Final» de la Sixtina, grandioso fresco que también está, con su catálogo inagotable de posturas y gestos, entre las obras más admiradas por el joven pintor granadino. Dos buenos ejemplos de lo que decimos son los pequeños óleos de tema clásico y mitológico Baño y Ulises, el primero una composición presidida por la ordenación geométrica del espacio, con una exacta correspondencia entre los elementos arquitectónicos y las figuras humanas, y el segundo una pieza ya más agitada y dramática, influida formalmente por el Buonarroti en ese intento desesperado de los cuerpos las sirenas por encaramarse a la nave donde el héroe resiste su fatídico canto amarrado a un madero del velamen.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de abril de 2005