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Un defensor del arte francés en América
Pintura, escultura y dibujo. La colección Pierre & Maria-Gaetana Matisse. Museo Picasso Málaga. C/ San Agustín, 8. Hasta septiembre de 2007.
La posición privilegiada de Pierre Matisse entre los marchantes y galeristas del siglo pasado deriva de la convicción, honestidad y firmeza con que defendió el arte francés en los Estados Unidos durante toda su vida profesional, que se extendió desde que abrió su galería propia en Nueva York, la Pierre Matisse Gallery, en 1931, hasta su muerte en 1989. Nacido en 1900, Pierre era uno de los varios hijos del gran pintor Henri Matisse, jefe indiscutible del grupo fauve y uno de los más extraordinarios coloristas de todos los tiempos. Como el resto de sus hermanos, tuvo un contacto muy temprano con el arte, pero también se dio rápidamente cuenta de que no era posible desarrollar plenamente la propia personalidad bajo la sombra de un árbol tan frondoso como la de su progenitor. De ahí que decidiera viajar a Nueva York en 1924, tan sólo once años después de la exposición del Armory Show, la muestra organizada por Alfred Stieglitz que dio a conocer en la ciudad de los rascacielos y en toda América el arte de vanguardia. Gracias a sus buenos contactos en Francia, adonde viajaba con regularidad, así como al acuerdo que llegó con su famoso padre de representarlo al otro lado del Atlántico, pudo Pierre abandonar la actividad de compraventa a la que se había dedicado durante esos primeros años y abrir su propia galería, con lo que eso significaba de apoyo a unos determinados artistas, intervención decisiva en la fijación de las cotizaciones y relaciones institucionales, que en su caso fueron determinantes, pues muchos de los creadores que acordaron contratos profesionales con Pierre Matisse vieron relativamente pronto su obra adquirida y colgada en el MoMA de Nueva York, el primer museo de arte moderno del mundo, creado en 1929. Además de su padre, los artistas fundamentales de la galería del Fuller Building de la calle 57 Este de Nueva York, serían Miró, Balthus, Giacometti, Dubuffet, Calder y Jean-Paul Riopelle. También se interesó ampliamente por la obra de Marc Chagall, Yves Tanguy, Wifredo Lam y de Roberto Matta Echaurren. La exposición que le dedicó a Rouault en 1933 fue todo un descubrimiento para el público neoyorquino. Los años dorados de la Pierre Matisse Gallery se prolongarían hasta 1955 o 1956, en que empieza a consolidarse con fuerza incontenible un arte estadounidense autóctono, el expresionismo abstracto, produciéndose así el destronamiento definitivo de París por Nueva York. Como todo galerista, tuvo también problemas, y algunos muy serios, con los artistas que estaban representados en su galería, por ejemplo con Dubuffet, que finalmente cortó los lazos, pero que hizo lo esencial de su producción durante el periodo en que trabajó con la Pierre Matisse Gallery, y con Calder, que se tomó un respiro durante un tiempo, a instancias de Pierre, pero después volvió. Era agudo, inteligente y generoso con sus artistas, aunque también inflexible en sus convicciones. Las obras que ahora se presentan en Málaga forman parte de la donación que su última esposa, Maria-Gaetana, hizo al Metropolitan. Hay piezas maravillosas, como los óleos de Matisse, Delvaux, Balthus, Magritte, Miró y Chagall. Magnífico todo lo demás, lo de Giacometti, Leonora Carrington, Dubuffet, Matta o Lam. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de junio de 2007
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