Autorreflexión del espacio pictórico

Dibujo y escultura. José Medina Galeote. Dog eat dog.

Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 28 de marzo de 2009.

 

 

Los intereses primordiales de José Medina Galeote (Gerona, 1970) son la autorreflexión sobre el espacio representativo de la pintura, lo que le conduce al mismo tiempo a una indagación sobre los soportes y los materiales, y las limitaciones mismas del hecho pictórico, José Medina Galeote. MG&NY. 2008. Óleo, lino cosido y aire comprimido. 60 x 180 x 113 cm.que en él se manifiesta en una multiplicidad de técnicas cuya finalidad no es otra que dar cuenta de la complejidad fenomenológica de la propia pintura. En este sentido, una de sus actuaciones más indicativas de sus preocupaciones conceptuales tuvo lugar hace dos años en una galería privada de Antequera, la ciudad en la que vive, cuando cubrió todos los muros del espacio expositivo con una densa red de trazos y líneas hechas con grafito, con la que estaba dando cuenta de la construcción representacional de la pintura y de un mecanismo de reordenación lógica a partir de un gesto en principio incoherente o desorganizado.

Aquella importante actuación es ahora continuada en el ámbito de la Galería Javier Marín de Málaga, pero fragmentando aquella otra continuidad espacial y empleando el papel como soporte casi exclusivo, aunque continúa usando el lápiz de grafito. La otra novedad principal está en la técnica empleada, el frottage, inventado como es bien sabido por Max Ernst y que le permite dialogar a Medina Galeote con la vanguardia histórica e incluso con el Minimalismo. Eso es lo que se deduce al ver la pieza más significativa de la muestra, Studio, compuesta de 300 unidades de 25 x 15 cm montadas sobre un enorme panel expresamente construido al efecto, y cuya realización se basa en frotar la superficie del papel, previamente colocado sobre el pavimento del taller del artista, con lápiz, lo que origina un relieve textural como de vista aérea de un paisaje suavemente montañoso, acompañado de una gradación lumínica desde un extremo al otro de la inmensa pieza, esto es, desde una zona más en sombra hasta la otra más iluminada. La experiencia evoca las indagaciones que ya había hecho Bruce Nauman en su Mapping the Studio de un modo multimediático y tecnológico, que Medina Galeote contrae y reduce a una absoluta sobriedad técnica.

Queda otro par de cuestiones por resolver. En primer lugar, la procedencia del vocabulario plástico de Medina Galeote en varios de los dibujos donde no usa el frottage, un tipo de trazo sinuoso que por su dirección ondulada remite a unos meses muy concretos de la producción pictórica de Van Gogh, pero cuya densidad, laboriosidad y minuciosidad remite también, aunque no tenga desde el punto de vista de la grafía ninguna relación, al divisionismo de Seurat. En segundo lugar, está la cuestión del camuflaje, con el que juega el autor en la única pieza tridimensional de la muestra, un enorme objeto en el suelo, con apariencia de cantimplora militar o de bomba de mano, y cuya intención no parece ser otra que la de transgredir los convencionalismos de la imagen.

 

 

 

 

 

 

© Enrique Castaños

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 27 de febrero de 2009