El conceptualismo ilustrado de Medina Galeote

Instalación y dibujo. José Medina Galeote. Quiero que esta guerra sea más pacífica: Petit salon français.

Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 12 de noviembre de 2011.

La reciente exposición de José Medina Galeote (Gerona, 1970) en el CAC Málaga nos ofrecía unos dibujos hechos con rotulador en los que insistía en la idea de camuflaje. La individual actual es mucho más compleja, tanto por sus referencias como por sus múltiples e hipotéticas lecturas. Los dibujos continúan apareciendo por doquier, en diferentes tamaños, con la misma técnica del rotulador, Vista parcial de la instalación de Medina Galeote en la Galería Javier Marín (2011).aunque llevados a un grado más que notable de virtuosismo y con unos títulos muy meditados. De nuevo continúa insistiendo en la idea de ocultamiento, aunque las formas en otros casos son más nítidas y pueden leerse con claridad, distinguiéndose visiblemente animales y figuras humanas. También emplea un lacónico cromatismo que casi se limita a los negros, verdes, rojos y celestes. La elaboración es artesana y sumamente pulcra, lo que no impide un contenido simbólico activo y dinámico, que, en esta ocasión se centra sobre la guerra. Pero este discurso es polivalente y al final se superpone a otros.

Es imprescindible decir esto, porque esta muestra no sería entendible sin sus referencias, ecos casi imperceptibles que Medina Galeote aprovecha con extraordinaria sutileza, casi dándoles la vuelta en ocasiones. En primer término, con la magnífica instalación de la sala principal de la galería, hay un claro homenaje a los salones franceses de mediados del siglo XVIII, dirigidos por mujeres en su mayor parte, en los que se difundieron las ideas de la Ilustración y de los enciclopedistas. Pero ese optimismo de la razón, tan meridianamente expresado por la disposición y elegancia del mobiliario de la instalación, se ve amenazado por los dibujos que cuelgan de las paredes, unos dibujos cuyo contenido parece esconder esa crítica reacción romántica al progreso y al mecanicismo determinista, profetizada ya por Rousseau en Julia o la nueva Eloísa y en las Meditaciones del paseante solitario, es decir en el poder de lo irracional y del sentimiento.

Pero Medina Galeote va más lejos aún, ya que parece hacer un guiño muy inteligente y sutil al Museo ficticio ideado en 1968 por el belga Marcel Broodthaers, quien mantuvo con la institución museística una relación ambivalente: de un lado, como una institución normalizadora y disciplinaria, y, de otro, como un elemento integral de la cultura ilustrada de la esfera pública burguesa que tiene que defenderse contra el embate de las fuerzas de la industria cultural. Broodthaers culminó sus investigaciones en este terreno en la documenta de 1972 y en la Kunsthalle de Düsseldorf. Medina Galeote nos está también sugiriendo acerca del distanciamiento de la alta cultura, o acerca de su deglución por el sistema artístico.

La última referencia es, quizás, la más escondida. Se refiere al homenaje que hace Medina Galeote a Marta Rosler y su obra de finales de los sesenta Trayendo la guerra a casa: House Beautiful, una serie de fotomontajes casi literalmente derivados del modelo del dadaísta John Heartfield donde las imágenes de la devastación en Vietnam se insertan en las brillantes imágenes de publicidad y las revistas de moda y decoración de interiores. En uno de los más impactantes se veía a la sonriente esposa del Presidente Nixon en una estancia de la Casa Blanca, mientras en la pared colgaba un cuadro con un cuerpo destrozado por aquel célebre conflicto de la Guerra Fría. También Medina Galeote, como hemos dicho antes, rodea lo pulcro, lo ordenado y lógico, con imágenes en las que asoman los instintos perversos y la animalidad que queda y quedará por mucho tiempo en el hombre.

 

© Enrique Castaños

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 15 de octubre de 2011