Pop barroco

Pintura. Herminio Molero.

Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 1 de abril de 2002.

 

Interesado durante su juventud en diversas experiencias relacionadas con la poesía concreta, la poesía visual, el computer art, el conceptual y el happening, Herminio Molero (La Puebla de Almoradiel, Toledo, 1948) fue uno de los integrantes iniciales de lo que se ha dado en llamar «figuración madrileña de los setenta», un heterogéneo grupo de artistas que se reconocen en su pasión por la pintura, aunque alejada ahora de las efímeras incursiones constructivistas que habían marcado su actividad a finales de los sesenta y principios de los setenta, como fue el caso de Manolo Quejido y del propio Molero. El interés por los soportes tradicionales, por la figura humana como tema, que en Molero es más bien por la personalidad del artista como tal y el estrellato, así como la devoción por el pop británico y el estadounidense, serán los ingredientes principales de aquel grupo de artistas, quienes tuvieron la fortuna de contar desde muy pronto con el apoyo de la más influyente prensa democrática surgida después de la dictadura.

Pero lo que diferencia a Molero de otros creadores de su misma generación es su versatilidad y su particular relación con la música y el mundo de la publicidad, actividades que lo mantuvieron alejado de la pintura durante toda la segunda mitad de los setenta, hasta volver a ella definitivamente hacia 1987-88, si bien en 1981 vuelve a exponer de nuevo con la figura humana como motivo principal. Desde entonces, ha consolidado sus preocupaciones estéticas, ha depurado sus temas y, si cabe, ha acentuado aún más esa dimensión irónica de sus obras que, en el fondo, es la garantía de un saludable distanciamiento frente a la opresiva realidad.

Los cuadros de esta exposición inciden en un planteamiento que, al menos desde el punto de vista teórico, obsesiona desde hace tiempo a Molero: la coexistencia entre la expresión informal y la forma definida, entre el caos gestual y el orden, entre el sentimiento incontrolable y la razón serena y equilibrada. En definitiva, entre el lenguaje del barroco y el del pop, que son los nombres de los estilos o tendencias elegidos por Molero para poner título a la muestra y condensar la inagotable dialéctica de la creación artística. Un buen ejemplo lo tenemos en el cuadro titulado La Vía Láctea (como todos los suyos, pintado con acrílico, ya que, según él mismo ha confesado, el aceite le da una sensación como de mancha), en el que conviven aquellos tres elementos mencionados: el caos informe (en esta ocasión, realizado como claro homenaje a Pollock y el expresionismo abstracto), la forma seriada y la ironía.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 25 de marzo de 2002