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El bosque interior de Juan Morante Pintura. Juan Morante Cañizares. Sala Italcable. C/ Calvo, s/n. Málaga. Hasta el 25 de junio de 2005 Realizadas todas ellas con esmalte sintético sobre papel, las obras que integran esta exposición, correspondientes al año 2004, nos ofrecen una dimensión estética de Juan Morante Cañizares (Benahadux, Almería, 1948) más preocupada en el protagonismo del color y en el perfecto equilibrio entre la representación figurativa y la abstracción. Esta serie, de indudable contenido simbólico, presenta tres tipos fundamentales de soluciones formales, según sea mayor o menor la corporeidad y la identificación visual de los objetos y según predomine un concepto más aéreo y espacial o más denso y saturado. En el díptico Negación del bosque, apenas son identificables las ramas y los troncos de los árboles, superpuestos al follaje verdoso que se apodera de todo el fondo de la composición. Líneas y manchas son las únicas realidades plásticas de la superficie. Los mismos elementos construyen a veces un espacio más ordenado y regular, como en Ventanas al campo, pero en síntesis está regido por los mismos principios reguladores. Por el contrario, Noche de primavera es ya una obra más densa y pastosa, en la que se da rienda suelta con una mayor libertad al gesto y a la disolución informalista. Las zonas espesas y arremolinadas, reforzadas por gruesos contornos negros, contrastan con las áreas azules del fondo. Aún más violento y abstracto-expresionista es el díptico Rescoldos de zarza ardiendo, una pura ignición pictórica, aunque en otros ejemplos de la misma tendencia estilística las manchas parecen extenderse con las propiedades de la acuarela sobre el papel. Por último están las obras más naturalistas, aquellas en las que rápidamente se identifican las hojas y los árboles, en ocasiones como si veloces ráfagas de viento surcasen el plano pictórico y agitasen las hojas, escasas e individualizadas, entreveradas con las alargadas manchas de color. Otras veces, el follaje se agiganta y las hojas parecen transmutarse en ojos, en ojos enormes que escudriñan el interior de la maleza. Aquí es donde más se evidencias las connotaciones simbólicas. Para Jung y otros analistas modernos, el bosque, por su oscuridad y su arraigamiento profundo, simboliza el inconsciente. Algunos ecos de esa interpretación se traslucen en los papeles esmaltados de Juan Morante, pero fundamentalmente estos ojos son los ojos interiores del artista que quieren penetrar y atravesar toda la realidad del mundo. . © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 17 de junio de 2005
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