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Del fragmento a la construcción del espectador Pintura, escultura y fotografía. MP & MP ROSADO. Contengo multitudes... Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 31 de octubre de 2011.
Desde el año 2002 los hermanos MP&MP Rosado (Cádiz, 1971) han trabajado principalmente con óleo, dibujo, terracota, resina, cera, fotografía y otros diversos materiales, a los que no han sido ajenos los libros de artista y las instalaciones, aunque en sus exposiciones se distinguen claramente las diferentes piezas individuales. El objetivo principal de su investigación ha sido el análisis de la condición humana, del sujeto moral más que del sujeto físico y sus condiciones socioeconómicas. En este sentido han ocupado un papel primordial la idea de fragmento, la descomposición y descoyuntamiento del sujeto. A comienzos del decenio, establecían un agudo contraste entre las esculturas humanas de terracota pintada con fotografías de bosques naturales, jugando incluso con los elementos verticales de la sala. Esta investigación dio un paso más atrevido cuando colocaron figuras de terracota encaramadas en lo alto de árboles de verdad, en medio de un parque urbano. Los ecos de las esculturas situadas en lugares altos de Juan Muñoz, resultan inevitables, pero en los Rosado no se presentaba esa «inaccesibilidad», esa «lejanía» de la obra del gran escultor desaparecido. Las figuras de los Rosado continuaron evolucionando, y cada vez era más frecuente verlas representadas en pintura, generalmente óleo sobre papel, pero en estas ocasiones sus tamaños podrían recordarnos los trabajos del portugués Baltazar Torres, aunque ahora no había situaciones de enclaustramiento o de opresión del sujeto. Eso sí, los Rosado jugaban y establecían relaciones entre las figuras pintadas y la arquitectura, una vulgar arquitectura desvencijada de barrios marginales. Used Bodies, de 2004, es una obra mucho más compleja, pues se atreve a medirse con la escultura gótica en su propio espacio y a su misma altura, sin asomo de irreverencia, sino investigando en profundidad el hecho puramente plástico. A mediados del decenio vuelven de nuevo a las arquitecturas, a las tapias de ladrillo construidas ex profeso dentro de edificios emblemáticos, pero la posición de las figuras es cada vez más sufriente, menos equilibrada con su mundo interior, más enajenada; de ahí las posiciones invertidas. En las Ventanas iluminadas del CACC, homenajean otra vez la arquitectura, pero la funcional y la racionalista, así como la luz. En 2006 realizan una instalación, El último salvaje, en la que no hay más remedio que remitirse a las Fracturas (Splitting) de los setenta de Gordon Matta-Clark, así como a las deconstrucciones de algunos arquitectos posmodernos. Más adelante, hacia 2008, ya comienzan a aparecer evidencias de la estupenda muestra actual, que parte de un precioso fragmento de Hojas de hierba de Walt Whitman, y que en uno de sus hermosos versos dice: «(Yo soy inmenso, contengo multitudes)». Aquellas evidencias eran sobre todo troncos de árboles, esparcidos, retorcidos, con inquietantes formas prehumanas. También hubo un tiempo reciente en que las exhibiciones se llenaban de multitud de objetos y fragmentos, en una especie de catálogo de sus ansiedades. Ahora, además de las pinturas sobre papel, cuyo rasgo más sobresaliente es el encuadre cortado de carácter fotográfico y la temática de trozos y fragmentos del cuerpo humano, lo más llamativo son sin duda las esculturas de terracota, con piezas que están juntas aunque no pegadas, y en donde el ser humano es un amasijo informe, indiferenciado, un producto de su desconcierto y confusión moral, de su caminar sin rumbo en una sociedad carente de valores firmes y duraderos. Sólo la participación del espectador, cogiendo incluso los fragmentos y volviéndolos a colocar en su sitio, parece que, según los deseos de los Rosado, completaría las obras. © Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de octubre de 2011.
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