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Visiones irónicas del sur Pintura. Daniel Muriel. Centro Cultural Provincial. Málaga. C/ Ollerías, s/n. Hasta el 8 de junio de 2002. Después de casi un decenio sin realizar
ninguna exposición individual en Málaga, Daniel Muriel (Granada, 1949) ha
celebrado dos simultáneamente durante este mes de mayo, una de obra sobre papel
que acaba de clausurarse en el taller Gravura y la que justifica el presente
comentario, en ambos casos con un número de piezas y unos contenidos que
demuestran con creces no sólo una ininterrumpida y esforzada dedicación a la
pintura, sino una espléndida madurez de esa distanciada ironía que siempre le
ha caracterizado, combinando con envidiable desenvoltura sentido del humor y
pasión crítica hacia cuanto le rodea, en ese estilo figurativo-expresionista suyo
tan peculiar, vinculado sin duda al eclecticismo español de los ochenta, pero
también ofreciendo visibles huellas de su admiración hacia los maestros
antiguos y buena parte de las vanguardias históricas. En cualquier caso, las obras que ahora se exhiben parecen estar atravesadas o participar de una doble corriente estética, una dualidad de planteamientos estilísticos que, más que presentarse separados o nítidamente diferenciados en compartimientos estancos, se interpenetran y se alimentan mutuamente, permitiendo en una no despreciable medida los dinámicos flujos y la vehemencia pictórica de estas composiciones. Repárese, por ejemplo, en un óleo como el titulado En un plis-plas, irónica alusión a que ha sido hecho en un santiamén, pero que sobre todo pone de manifiesto, con su trazo rápido y gestual, con sus gruesos elementos circulares, con sus manchas de color esparcidas al azar, con su vibrante cromatismo y con las áreas de lino desprovistas de pigmento, la personalísima deuda con el expresionismo abstracto y con el informalismo. La ondulada y sintética silueta en azul de un coche en el ángulo superior izquierdo del cuadro, nos lleva directamente a esa otra línea estilística que mejor identifica a Muriel entre los pintores de su generación, y de la que son magníficos y muy logrados ejemplos La conjura de Pimentel (San Jorge en el Parque) y Bajo el cielo de Mondrian (San Jorge en la carretera de Cádiz), delirantes expresiones de la intransferible percepción que Muriel tiene de una Málaga en la que al crecimiento desordenado, la congestión del tráfico rodado y la contaminación acústica, hay que sumar las muestras de ornamentos urbanos claramente kitsch o de edificios que, más que pertenecer a un tolerable regionalismo costumbrista, son auténticos pastiches. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 27 de mayo de 2002
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