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El proceso mental como generador de arte Impresión digital. Narda Alvarado. Ejercicios para una teoría especulativa de la naturaleza de las ideas. Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 11 de diciembre de 2010. La obra que la artista boliviana Narda Alvarado (La Paz, 1975) presenta por primera vez en España se enmarca nítidamente dentro de las propuestas conceptuales porque para ella la importancia de la idea está por encima de la materialización de la obra. El término de «arte conceptual», que lo usó por primera vez de manera programática Sol LeWitt para referirse a sus propias obras, tiene un fecundo recorrido desde los años del decenio de 1960, y lo destacable en él es que la idea que sustenta el trabajo artístico no va a descansar tanto en la fisicidad de la pieza cuanto en el propio proceso generador de la idea. En el caso de Narda Alvarado es muy explícito el relevante papel que ella confiere a ese proceso. Las ideas se convierten para ella en materia prima y material de construcción del producto artístico. Pero esto no significa que Narda Alvarado se desenvuelva en un mundo autónomo y cerrado de ideas abstractas, esto es, en una pura especulación tautológica. Antes al contrario, sus propuestas se encuentran en íntima conexión con el entorno en que vive la autora. La vida económica, social y política es la que en última instancia determina su trabajo, pero tampoco sirviéndose de un método académico de análisis, sino conectando con las necesidades reales vitales de las personas entre las que convive. En este sentido, no puede infravalorarse la actitud crítica de su trabajo, que se dirige sobre todo a poner en evidencia los estereotipos de funcionamiento de los comportamientos sociales, los usos adquiridos y los mecanismos de dominación y de opresión. Lo que ocurre es que, al mismo tiempo, su trabajo está atravesado por una intensa ironía, por una actitud muy cercana, en la que sus eventuales «ocurrencias» son finísimos dardos lanzados contra los convencionalismos establecidos. Y lo hace, además, con un dibujo extraordinariamente simple, de líneas muy claras, de indudable inspiración pop, con empleo de colores planos y una gran eficacia semántica, otorgándole prioridad al mensaje, que se reviste de una apariencia amable e inocua. Los dibujos hechos a mano, los corrige y los pinta posteriormente mediante un proceso digital, para terminar imprimiéndolos y montándolos sobre madera, sellando la impresión con una resina epoxi, para proteger su deterioro, pero para ofrecer también un resultado «consumista» y «comercial» del objeto. El resultado general de su trabajo tiene mucho que ver con la construcción de un caos ordenado, y en este aspecto no es ni mucho menos ajena a su trabajo su formación inicial en el campo de la arquitectura. Esta disciplina le ha proporcionado la capacidad de prestar atención a la estructura con el fin de formar un todo. En Narda Alvarado no hay propiamente una actitud de querer cambiar la vida, pero sí de modificar la realidad a través del arte, una modificación únicamente sujeta a las reglas que se impone el artista. Quizá sería más acertado decir que se construye una nueva realidad a la medida de sus deseos y aspiraciones. Pero, al fin y al cabo, esa es la indefectible libertad de que goza la creación artística frente a la grosera realidad. © Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 4 de diciembre de 2010
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