Cartografías de la fragilidad y la resistencia

Objetos, collages y vídeo. Paloma Navares. Nueve lunas.

Galería Isabel Hurley. Málaga. Paseo de Reding, 39. Hasta el 30 de octubre de 2010.

Esta muestra individual de Paloma Navares (Burgos, 1947) en el mismo espacio privado donde expuso hace tres años, permite aseverar que aunque los intereses temáticos y los procedimientos técnicos son muy parecidos, cosa por otra parte natural en una evolución temporal muy corta, sin embargo se advierte una predilección especial por el collage, que en sus trabajos inmediatamente anteriores tenía un escaso desarrollo. Los motivos de entonces eran mujeres escritoras a las que quería rescatar del olvido. Ahora se centra también en las mujeres, aunque su campo de atención se extiende a aquellas personas que, precisamente por encontrarse en una situación de debilidad frente a distintos tipos de poder abusivo, como es el caso sobre todo de las mujeres y de los niños en muchos lugares del mundo, son víctimas de un sufrimiento injusto.

En este sentido, resulta especialmente acertada la correspondencia sutil que establece Paloma Navares entre el tema propiamente dicho y los medios de que se vale para expresar plásticamente su denuncia. En ambos casos la palabra que mejor resume su propuesta es Una de las obras de la exposición NUEVE LUNAS, de Paloma Navares. «fragilidad». A la fragilidad y a la vulnerabilidad de aquellas víctimas, más de orden físico que en lo que se refiere a la estructura espiritual, sobre todo en el caso de las mujeres, Navares corresponde lingüísticamente con unos medios y con unos motivos simbólicos que también son la quintaesencia de la fragilidad en el terreno de la actuación plástica: papel vegetal, blondas, acetatos, sobreimpresiones, dibujos, repetidas imágenes de mariposas. Estos insectos aparecen representados en numerosas obras de Navares, y se repiten incontables veces en A las mariposas les gustan las flores. No cabe duda que la elección de semejante insecto se debe a un escondido simbolismo. El poeta y explorador francés Alain Gheerbrant nos dice que las mariposas, símbolo de ligereza e inconstancia, ofrecen un simbolismo muy característico ligado a su metamorfosis: la crisálida simbolizaría la potencialidad del ser, mientras que la mariposa que sale de aquélla es un símbolo de resurrección. Transponiéndolo al discurso plástico de Paloma Navares, la reiterada presencia de mariposas podría estar relacionada con un «despertar», una victoria frente a la opresión. Y como en su obra en general hay cierta inclinación por la estética oriental, no muy explícita, pero sí elegantemente escondida, también podemos evocar aquí aquel pensamiento de Lao-Tsé de que «lo tierno y lo débil vencen lo duro y fuerte».

Con todo, el mayor logro de su personal creatividad quizás esté en los collages, en el modo tan delicado y refinado de vincular el soporte con la escritura y los dibujos, proporcionando al conjunto una paradójica consistencia inmaterial que se ve además acentuada por la calculada ausencia de nitidez de algunas figuras e imágenes, que sólo se perciben desdibujadas y esbozadas a modo de sombras a través del papel que tienen delante. La armonía es completa cuando nos damos cuenta que muchos de esos papeles están rotos, fracturados, señales indelebles de las heridas en su propia dignidad de personas que reciben los destinatarios anónimos de las obras de Paloma Navares.

 

© Enrique Castaños

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 16 de octubre de 2010