El silencio de las cosas

Pintura y dibujo. Sebastián Navas. La segunda piel.

Centro Cultural Provincial. Málaga. C/ Ollerías, s/n. Hasta el 5 de enero de 2007.

La producción de Sebastián Navas (Málaga, 1959) durante los dos últimos años, que es lo que se presenta en esta individual, sistematiza sus obsesiones y preocupaciones desde al menos los años noventa, pero sustituyendo progresivamente los caminos sin fin y las Sebastián Navas. "Barriendo la sombra", 2006. Óleo sobre lienzo. 130 x 162 cm.perspectivas profundas por vastos horizontes y amplias panorámicas de fragmentos de un paisaje real, pero que es reinterpretado por la memoria y a través de los recuerdos; incidiendo en los aspectos puramente simbólicos de la representación; ofreciendo una sutil gama cromática, con predominio de grises, verdes y azules, claramente relacionado con un estado de ánimo melancólico y propenso al ensimismamiento; desvelando sin tapujos sus preferencias estéticas, que, básicamente, podrían reducirse a tres: Caspar David Friedrich, Giorgio de Chirico y Edward Hopper.

Del pintor romántico alemán recoge Sebastián Navas especialmente la melancolía, aunque también un sentimiento de íntima comunión con la naturaleza, a pesar de tratarse de una naturaleza no precisamente boscosa y montañosa y en donde tampoco se percibe ese concepto de lo sublime tan característico de Friedrich. Del pintor metafísico italiano, un autor que subraya en sus cuadros la extraña e ilógica relación entre las cosas y que, probablemente, esté refiriéndose en última instancia a la irrealidad de toda realidad, Sebastián Navas lleva sobre todo a sus lienzos el silencio, ese silencio inmóvil de las cosas que genera inquietud, si bien nuestro autor introduce algunos elementos dinámicos, como las llamaradas. Del realista estadounidense, un pintor probablemente sin ideología que tampoco estaba muy seguro de lo que quería decir o expresar en muchos de sus cuadros, Navas prefiere la soledad, la soledad del individuo que habita la metrópolis posindustrial.

Estos cuadros de Sebastián Navas podrían resumirse en dos pensamientos íntimos: la búsqueda del yo, cuyo correlato es la formación de la personalidad, y la presencia-ausencia de los recuerdos, que, en realidad, son los que construyen y dan forma al mundo espiritual del artista. Es evidente que ese recurrente personaje masculino, erguido, solitario en la inmensidad del paisaje de la Axarquía malagueña, con la cabeza convertida en una llamarada, es el propio pintor, que percibe delante de sí más interrogantes que certezas.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de diciembre de 2006