La capacidad de detener el tiempo

Fotografía. Nicholas Nixon.

Sala Alameda. Málaga. C/ Alameda Principal, 19. Hasta el 27 de marzo de 2005.

Lo primero que llama la atención en las fotografías de Nicholas Nixon (Detroit, Michigan, 1947) es el tipo de cámara empleado, una 8 x 10, es decir una cámara con un objetivo tan grande que le permite captar hasta los más mínimos detalles de información, especialmente relevantes desde que su trabajo se orientó a fotografiar seres humanos. La nitidez, la claridad y la transparencia han sido desde entonces una constante en todas sus creaciones. En segundo lugar, sus influencias estéticas, pocas pero muy firmes, las necesarias para cimentar su obra con un vocabulario sólido sustentado en la luz y en la composición: Cartier-Bresson, Evans, Atget, Callahan, Arbus, Robert Adams y algunos fotógrafos del siglo XIX. De algunos de ellos ha aprendido a trabajar en series, lo que le permite centrar su interés durante un tiempo en un proyecto determinado, analizándolo desde diferentes puntos de vista. Su ideario estético ya despuntaba cuando fue incluido en la célebre exposición que Williams Jenkins organizó para la George Eastman House en 1975, caracterizada por la ausencia de un estilo preconcebido y por el deseo de comportarse como lo habían hecho los pioneros, es decir, con una inocencia primigenia que les llevó a plasmar su obra de un modo puramente conceptual, como si se tratara de un documental. De ahí que no resulte extraño que en esa nómina se encontrasen Berndt and Hilla Becher, nombres fundamentales de la fotografía conceptual.

Pero a partir de 1977 Nicholas Nixon se cansó de esa neutralidad moral, de ese distanciamiento frío del puro concepto, y comenzó a acercarse a la gente, en concreto a las familias humildes que vivían a lo largo del Charles River, en los alrededores de Boston y Cambridge, en Massachusetts. El hábil manejo de la 8 x 10 le permite ahora fusionar armoniosamente la precisión del detalle con la ligereza y la espontaneidad, como puede observarse en las fotografías de esta serie presentes en la muestra, tan llenas de vitalidad y de frescura, y en las que se advierte una directa complicidad con los retratados, quienes permiten que el fotógrafo penetre en su intimidad, pues, lejos de robarles sus sentimientos y sus pasiones, se aproxima a ellos con © Nicholas Nixon. "Hermanas Brown". 1987. Fotografía.respeto e incluso con ternura. Sin embargo, la gran protagonista de estas imágenes es la luz, una luz natural que invade todo el espacio y se derrama por los personajes mismos, haciendo que se fusionen con la misma naturaleza en la que habitan.

A partir de aquí el trabajo de Nixon se hace cada vez más personal, más maduro, más humano también. Sin embargo, la preocupación por el paso del tiempo se convierte en tema central de algunas series, como una de las más conseguidas, la dedicada a las hermanas Brown, su mujer y sus tres cuñadas, a las que hace numerosas fotos a lo largo del año, pero siempre acaba eligiendo una en la que las cuatro hermanas están colocadas en el mismo orden, así durante treinta años consecutivos, variando, eso sí, las estaciones del año y el lugar de la foto finalmente elegida. Ver esas treinta imágenes es, sobre todo, enfrentarse al inexorable paso del tiempo, pero también resulta muy hermoso comprobar la unión y el amor fraternal que desprenden estas bellísimas fotografías.

Las series dedicadas a los ancianos y a los enfermos de sida, además de esa reflexión sobre el tiempo, ahora un tiempo que ha llegado al final de su recorrido, constituyen también un acercamiento muy sensible al sufrimiento, mejor aún, al inmenso respeto que produce en los espíritus la contemplación de la vejez completa, de la decrepitud física absoluta, así como la dignidad con la que muchos enfermos terminales afrontan la etapa última de su recorrido por la vida, afortunadamente acompañados de personas que les quieren y les apoyan, circunstancia que añade un necesario ingrediente de humanidad a estas dramáticas y lacerantes imágenes.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 4 de marzo de 2005