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Metáforas de agua y de luz Escultura y fotografía. José Noguero. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 27 de marzo de 2005. Esta minimalista y poética muestra de José Noguero (Barbastro, Huesca, 1969), en el fondo una reflexión sobre la esencia de los seres y de las cosas, así como sobre el fluir del curso de la vida, tiene su punto de partida en sendos viajes realizados por el autor a lugares geográficos muy alejados en el espacio y pertenecientes a culturas muy distintas, Manaus, en Brasil, en el corazón de la selva amazónica, y Srinagar, en la India, capital de verano del estado de Cachemira, pero, sin embargo, relacionados por dos circunstancias fundamentales: la íntima vinculación de ambas poblaciones a un río, el Jhelum en el caso de la ciudad india, y la fragilidad, extrema pobreza y parentesco formal entre las tipologías de vivienda de sus habitantes más necesitados. El vocablo procedente del sánscrito que da título a la exposición, Vāstu, recoge de hecho entre sus diversas acepciones las ya aludidas acerca de la esencia de los objetos y la presencia física de la casa. Además, es en aquella ciudad asiática donde aparecen con mayor nitidez las dos tipologías de habitación que interesan al artista. Nada más entrar en el espacio de la sala se advierte la presencia de las dos piezas nucleares, correspondientes a los dos tipos de vivienda. La primera, construida en hierro con baño de zinc y en aluminio, es una síntesis de extraordinaria pureza constructiva de un tipo de vivienda muy elemental, en realidad una chabola hecha con madera y hojalata, cuya principal característica es estar elevada respecto del suelo y apoyada, por tanto, sobre unos palos de madera, al modo de los palafitos del neolítico, para preservarse de la crecida del río y de la humedad que desprenden las aguas. Delimitando el espacio expositivo por otro lado de la sala se encuentra la segunda pieza, hecha con resina de poliéster, yeso, acero inoxidable y barro, representación menos esquemática esta vez de una vivienda-barco como las que se ven en Srinagar, aunque con la tensión añadida de incluir sobre su proa la figura de un hombre sentado con gesto adusto y expresiva mirada. La tercera pared de la estancia, con la que se cierra la delimitación geométrica del espacio y la cadencia visual de la visita que hace el espectador, está ocupada por dos fotografías de igual tamaño y con idéntico encuadre, una representando la escultura de la vivienda-barco en escayola con el mismo hombre sentado en la proa en actitud de remar, y la otra con la figura humana rota hecha pedazos delante de la barca, evocación quizás de la precariedad, o, más bien, de la fugacidad de la vida. El discurso poético de José Noguero, por tanto, alusivo a la transitoriedad y el fluir del curso de la existencia, puede interpretarse en un doble sentido. El primero, concretado y hecho materia física en la escultura de aluminio que condensa un tipo de vivienda lacustre, hace referencia a nuestro estarse quietos e inmóviles, incluso aristocráticamente elevados, ante el correr del río de la vida; el segundo, representado por la vivienda-barco, indica nuestra participación en ese recorrido vital, ir nosotros a la par con el agua que fluye incesantemente. Pero Noguero es un artista paradójico y, a veces, desconcertante. Por eso quizás la sala se cierra visualmente con unas piezas geométricamente muy puras de unos cubos de aluminio pintado, homenaje a la tradición racional de occidente frente al sentido religioso y poético de oriente, aunque el propio artista, en uno de los cubos, el que está solitario y acompañado de una lámpara encendida que cuelga del techo, se encarga de transmitirnos el mensaje de que la fría razón debe estar acompañada del calor que proporciona la efervescencia de la vida y el contacto humano. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 4 de febrero de 2005
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