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Interactividad y globalización Instalación, escultura y fotografía. Odile Ruiz. Sala de arte Moreno Villa. Málaga. C/ Ramos Marín, s/n. Hasta el 20 de diciembre de 2002. Después de casi un decenio
de silencio, vuelve a mostrar su obra en Málaga la polifacética creadora Odile
Ruiz (Seesen, Baja Sajonia, Alemania, 1964), y lo hace con una compleja y polisémica
exposición que, en rigor, hay que considerar como su primera individual
propiamente dicha, cosa que puede sorprender en una artista que ha participado a
lo largo de su carrera en un número relativamente amplio de concursos y
colectivas. La
muestra, cuyo título, Mirarse el ombligo, es al mismo tiempo irónico e
incluso humorístico —algo
consustancial al modo festivo y lúdico de entender Odile la práctica artística— y lo suficientemente preciso en cuanto a sus
intenciones primordiales de provocar la reflexión del sujeto sobre su propia
condición, está toda ella presidida por la idea de interactividad, pero
entendida en un doble sentido: de un lado, la interacción e interdependencia de
los hechos y actuaciones de los hombres en un mundo cada vez más globalizado,
del que Odile
quiere extraer lo positivo de esa ineluctable globalización, esto es, la
interculturalidad, el intercambio y mestizaje fecundo entre los pueblos, cada
vez más difícil en los tiempos que corren debido, entre otras razones, a
estereotipos y mutuos desconocimientos, fanatismos e intransigencias; de otro
lado, la participación del espectador en la propuesta artística, de tal modo
que la obra no puede darse completamente por concluida hasta que el público no
manipula alguno de sus resortes o penetra literalmente en su interior,
desvelando sus secretos y significado. La idea que se halla en el origen de toda la exposición subyace en una pieza de extraordinaria belleza formal y alto contenido poético, Nacimiento de una estrella, dos fotografías yuxtapuestas e iluminadas de un vientre humano y de un astro en el firmamento, de las que sorprende la extraña semejanza entre ambos territorios, sin duda una manera indirecta por parte de Odile de decirnos que existe una profunda correspondencia y relación entre el Universo y nosotros, como si todo perteneciese a un gran y eterno ciclo cósmico. A partir de aquí llega Odile a la que quizá sea su obra más lograda y sugerente, una serie de retratos individuales en blanco y negro y de forma ovoide en los que la zona fotografiada del cuerpo corresponde al vientre con el ombligo en el centro, esto es, el omphalos como centro de la manifestación física, centro del microcosmos humano y centro espiritual del mundo, pero también, como comenta el mitógrafo Jean Chevalier, expresión de la tensión entre el principio viril y el principio femenino del universo. La nota más irónica y divertida de la muestra está representada por Mirar hacia dentro, una performance en la que el espectador descubre sorprendido la inestabilidad y fragilidad de la propia percepción de lo real. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de diciembre de 2002
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