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Incólume poesía abstracta Los últimos cuadros de Óscar Pérez se elevan hacia el inmaculado reino de la pura abstracción lírica. Pintura. Óscar Pérez. Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 6 de julio de 1998.
Si
un rasgo se ha hecho evidente en los ya más de seis años ininterrumpidos que
lleva Óscar Pérez (Córdoba, 1968), el más joven de los integrantes de la
nueva hornada de artistas plásticos que irrumpieron en Málaga a principios del
decenio que declina, investigando las posibilidades de la forma abstracta, ése
ha sido su serena y equilibrada resistencia hacia cualesquiera de las varias
contingencias que con frecuencia amenazan aquélla, a saber, el efectismo y la
dicción retórica, la reiteración manierista o el ensimismamiento narcisista,
exorcizadas hasta ahora por la temperancia cromática, la sobriedad y economía
de los materiales utilizados, a los que de modo sutil se arranca toda su
expresividad escondida, y una subjetividad casi de raíz panteísta,
caracterizada por establecer una silenciosa armonía entre la forma interna del
espíritu y la consustancial a la naturaleza. La
única obra colgada en la muestra susceptible de ofrecer ciertas connotaciones
dramáticas, un gran lienzo en el que destaca la intencionada rigidez y
rotundidad de la composición, casi enteramente ocupada por una enorme mancha de
azul oscuro semejante a un tótem o evocadora en sus perfiles vagamente
arquitectónicos de una taula de la cultura balear de los talayots,
es también la que más directamente enlaza con la producción expuesta en esta
misma sala en la primavera de 1995, aunque en esta ocasión la tela, una loneta
apenas sin preparación, parece vibrar como consecuencia de las veladuras y de
la sequedad de la superficie. El salto cualitativo, sin embargo, tan esplendorosamente anunciado en la obra sobre papel de pequeño formato, con profundas huellas de la condición de grabador, inseparable en Óscar Pérez de la de pintor, viene dado por un conjunto de cuadros donde la existencia de la materia muy diluida, los efectos de la improvisación en determinadas zonas y el simultáneo control de la mano en otras, la oxidación de los colores al contacto con el betún de Judea, la translúcida superposición de los planos cromáticos y la luminosa presencia de los blancos transmutan los lienzos en delicadas abstracciones líricas, especialmente en la pieza central de la muestra, un soberbio tríptico ejecutado con óleo, acrílico, agua y betún, con predominio de los tonos grises, celestes y rosas pálidos, de refinadísimas transparencias, que es puro espacio pictórico.
©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 20 de junio de 1998
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