Experiencias urbanas

José Luis Pastor se sumerge con mirada crítica en el territorio acotado y codificado de la ciudad contemporánea

Pintura. José Luis Pastor.

Colegio de Arquitectos de Málaga. Paseo de las Palmeras del Limonar, s/n. Hasta el 1 de octubre de 1999.

Pocos meses después de haber expuesto en la galería Fúcares de Almagro, localidad en la que reside, el resultado de una primera exploración sobre la metrópoli contemporánea bajo el título de Suite Madrid, José Luis Pastor (Barcelona, 1971), licenciado en 1994 en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, nos ofrece en esta su tercera muestra individual, rotulada bajo el epígrafe de La ciudad satélite, una nueva mirada sobre la ciudad moderna, en concreto sobre ese territorio urbano perfectamente acotado y definido que es ese suburbio del extrarradio barcelonés donde transcurrió toda su infancia.

Impecablemente realizada desde el punto de vista técnico, el procedimiento utilizado le permite además desvelar escondidas y, en más de un sentido, metafóricas correspondencias entre la pintura y la fotografía: el estudio entero del pintor se convierte en una gigantesca cámara oscura en la que las imágenes diapositivadas de los edificios, del paisaje urbano y de los espacios interiores de las viviendas se proyectan sobre una lona, para a continuación fijarlas rápidamente con pintura de esmalte. El modo en que hace resaltar los contornos, la vibrante silueta recortada de las arquitecturas y de los objetos, el intencionado y ligero desenfoque de la imagen pintada, y, sobre todo, el cálido fulgor monocromo de los fondos (amarillos, verdes, naranjas y grises), dota a estos iconos de una particular carga emotiva, los humaniza y vincula a la experiencia vivida y a los lejanos recuerdos de la ciudad que guarda el artista.

La mirada adulta de José Luis Pastor sobre el desordenado, vigoroso y omnipresente ámbito urbano de su niñez, sin excluir la emoción y el sentimiento que casi siempre favorece el reencuentro, es también una lúcida percepción acerca de la crisis de la ciudad contemporánea, de la fractura antropológica y del distanciamiento con la naturaleza, del goce artificial de los cuerpos, de la soledad existencial, el anonimato y la incomunicación que atenaza y angustia a sus habitantes, de la voraz e insaciable especulación de esos «ángeles con gabardina» que desenmascaraba hace una década Antonio Fernández Alba en un memorable artículo. Visión, por tanto, asimismo ideologizada de la ciudad, en la que no se oculta la procedencia social del artista ni el conflicto de clases que sacude los arrabales modernos. Como en esa espléndida composición, a un tiempo descarnada y llena de ternura, en la que observamos a una muchacha ascender, de espaldas a nosotros, fatigada las escaleras del metro, paráfrasis del término sin recompensa de la jornada de trabajo, o esa otra donde un grupo de seres desarraigados, quizás inmigrantes, se sientan alrededor de una mesa situada al fondo de una estancia desolada, en tensa diagonal con una enorme cafetera a punto de hervir que ocupa el primer plano.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de septiembre de 1999