El horror de la guerra

Pintura. Francisco Peinado.

Museo Municipal de Málaga. Jardines de la Coracha. Hasta el 25 de enero de 2004.

Las obras realizadas por Francisco Peinado (Málaga, 1941) durante los dos últimos años, en las que ha tomado como excusa temática los dramáticos acontecimientos bélicos que han conmocionado al mundo en ese tiempo, son, de un lado, el fruto de una actividad creadora febril, compulsiva, y, de otro lado, el resultado tanto de un voluntario enclaustramiento, de una actitud casi de ermitaño solitario apartado del ensordecedor ruido diario, como de esas características obsesiones que vienen acompañándolo desde su primera madurez artística, tales como el sufrimiento, la soledad, la incomunicación y el sexo.

En esta orgía de destrucción y de horror, donde el espectador encuentra desde detritus humanos, homúnculos y seres monstruosos que producen repulsión, hasta otros seres humanos deformes que, sin embargo, mueven a la piedad y a la conmiseración, el artista emplea, junto a sus habituales pigmentos, aceites y resinas, una amplísima gama de materiales y de objetos, tales como mallas, rejillas metálicas, plásticos, maderas, arena, piedras, paja, trozos de tela, de vestidos y de ropa vieja, cartones, clavos, estropajos, gasas, alambres y cuerdas. Las principales novedades estilísticas están representadas por la creciente presencia de figuras de trapo y restos de ropa usada adheridos al cuadro, extrañas figuras momificadas que se integran en la superficie en violentísimas composiciones que participan tanto de la esculto-pintura como del collage y en las que son indudables las referencias neodadaístas; en segundo lugar, unos irregulares montículos asimismo pegados a la superficie y de un significado incierto; en tercer término, la irrefrenable tendencia a mostrar una gama cada vez más variada de ataúdes, consecuencia de una obsesión por la muerte.

Entre las obras más notables deben mencionarse Hijos de bolsillo, un cuadro en el que una pequeña criatura, una especie de feto de trapo, asoma por el bolsillo del vestido de uno de sus Francisco Peinado. " La institutriz " , 2003. progenitores, composición perturbadora que parece aludir a la manipulación de los hijos, a los cambios que operamos en su naturaleza como resultado de la fuerza y de la violencia; Presidente, en la que una suerte de momia ataviada con restos de camisetas raídas y amarillentas emerge de una canasta; Maternidad, una escultura-objeto que, sorprendentemente, nos hace recordar de pronto una de las escenas más impactantes de Psicosis de Hitchcock; La institutriz, inquietante pieza compuesta por una muñeca antigua que representa una muchacha con falda larga y pelo desaliñado que se encuentra delante de una pequeña momia, obra que, en esta ocasión, nos evoca la célebre interpretación de Dalí del Ángelus de Millet.

 

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 29 de diciembre de 2003