Cerámicas de Picasso

Cerámica. Pablo Picasso.

Fundación Pablo Ruiz Picasso. Málaga. Plaza de la Merced, 15. Hasta el 9 de mayo de 2002.

En la actualidad suele admitirse que el primer contacto de Picasso con la cerámica, de todo punto imprevisto y fugitivo, tuvo lugar en el verano de 1946, cuando modela algunas figurillas de barro en el taller Madoura que el matrimonio formado por Georges y Suzanne Ramié poseían en Vallauris. Esta pequeña localidad del interior, a pocos kilómetros de Antibes, había conocido un Pablo Picasso. "Jarra con jarrón". Vallauris, 1954. Jarra torneada, 29,5 x 18,5 cms. Pieza de barro, decoración en engobes, grabado y pátina, parcialmente esmaltada. Colección de la Fundación de Arte Serra (Palma de Mallorca). breve florecimiento de sus alfares con motivo de la guerra, cuando se restringió de manera drástica la producción de objetos domésticos y de cocina hechos en aluminio y en otros metales, y no hubo más remedio que hacerlos en barro, pero ahora que la contienda había terminado y se empezó a recuperar la fabricación de aquellos utensilios en metal, muchos de los talleres de cerámica cerraron sus puertas, con el consiguiente marasmo y decadencia para el pueblo. Nadie podía prever entonces que un segundo renacimiento, aún más esplendoroso que el primero, se produciría por el súbito, intenso y prolongado interés de Picasso en el trabajo del barro.

En efecto, de nuevo a principios del verano de 1947, que son los primeros tiempos de su relación con Françoise Gilot, acude el pintor a pasar las vacaciones en Golfe-Juan, decidiendo volver a Vallauris por curiosidad de saber qué había sido de aquellas figuritas modeladas el año anterior. Esa misma jornada modela ya otros nuevos objetos, convirtiéndose a partir de los días siguientes aquella primeriza curiosidad en un creciente interés que acabará absorbiéndolo como tantas otras ocupaciones creativas a lo largo de su dilatada y fecunda vida. Prueba irrefutable de ello es que en el invierno de 1947-48, el artista ha realizado nada menos que dos mil objetos de cerámica. Tiene sin duda razón Pierre Daix al indicar que la producción cerámica de Picasso puede en cierta medida entenderse como una síntesis de su trabajo independiente hasta entonces en la escultura, esto es, con objetos de tres dimensiones, y en la pintura, es decir, con el lenguaje del color, y de hecho hay una  parte de su obra en barro más plana y bidimensional (platos, fuentes), y otra más relacionada con la escultura (jarras, vasijas), aunque tanto el color como la forma terminan fundiéndose en todos los casos, por no hablar del recurso barroco, también usado por Picasso, de la obra dentro de la obra (una vasija dentro de otra vasija).

Las 26 piezas que componen la actual exposición proceden de la colección Serra de Palma de Mallorca, integrada por un centenar y comenzada a formar en la segunda mitad de los ochenta. La cronología de los objetos exhibidos recorre prácticamente todo el arco temporal de dedicación de Picasso a la cerámica, desde 1947 hasta 1969, comprendiendo, asimismo, los principales temas iconográficos que pueden identificarse en ella: asuntos mitológicos, motivos animales, tauromaquia, rostros femeninos, faunos, temas pastorales y bucólicos. Las técnicas también varían de unas piezas a otras, combinándose el barro, la terracota, la decoración en engobes y parafina, el esmalte y los distintos tipos de pátina. Pero si hubiera que señalar el lazo común entre todas ellas, no puede ser otro que el carácter proteico de la obra picassiana, tanto si el motivo representado es increíblemente esquemático, como si lo complica con formas exuberantes y barrocas.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de abril de 2002