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Picasso y la unidad del dibujo Grabado. Pablo Picasso. El desnudo dibujado (sobre cobre y piedra). Sala de exposiciones de la Fundación Picasso. Málaga. Plaza de la Merced, 13. Hasta el 30 de septiembre de 2006. Esta amplia y documentada exposición, que reúne un nutrido conjunto de grabados de Picasso propiedad del Ayuntamiento de Málaga y de la Fundación Bancaja realizados entre 1905 y 1971, tiene como objetivo primordial poner de manifiesto, de una manera didáctica y comprensible para el aficionado, la extraordinaria unidad, correspondencia y coherencia de toda la actividad dibujística del inventor del cubismo, tanto si lo hace sobre papel, con tinta, grafito, lápices de colores o carboncillo, como si lo hace sobre una superficie dura, por ejemplo una matriz de cobre o de zinc o una piedra litográfica. Para Picasso, al igual que para Ingres, también el dibujo es la base del arte. El dibujo, en Occidente, es un ejercicio profundamente intelectual y conceptual de correspondencia entre la mano y la mente por el que el artista trata de fijar, en una labor de síntesis, las formas de la naturaleza. El dibujo, pues, como aprehensión intelectual de la naturaleza, pero siempre como una invención, pues las líneas del dibujo no existen en la realidad que vemos. La operación del artista, una de las más difíciles de cuantas pueda hacer el hombre, consiste en «traducir» a líneas lo que en realidad no posee tales líneas, líneas que, a su vez, proporcionarán los consabidos efectos de volumen, forma, estructura y composición. Picasso es un heredero del mundo clásico, de toda la tradición grecolatina, pues también él aspira a la plasmación de la belleza como un ideal. Pero, al mismo tiempo, es mucho más que eso, pues en el coinciden todas las tradiciones de las viejas culturas del Mediterráneo y del Próximo Oriente, las manifestaciones de los primitivos actuales, y, sobre todo, todo el legado de la historia del arte, ese arte de los museos tan caro a Cézanne. Picasso ha sido probablemente el pintor que más ha tenido en cuenta las creaciones de otros artistas, nutriéndose permanentemente de ellas y haciéndolas pasar por el tamiz de su inteligencia y su personalidad. La muestra es, esencialmente, un homenaje al desnudo dibujado picassiano, sin duda el gran tema del malagueño. El cuerpo desnudo como arquetipo del cosmos, como paradigma del deseo, como lugar del sufrimiento y de la dicha. De ahí los rostros y cuerpos que nos recuerdan el ideal griego, de una belleza intangible e inmaterial, pero también los miembros descoyuntados, distorsionados, entrelazados de manera agitada y violenta. Nadie, y ni mucho menos es un tópico, ha podido decir más con menos. La economía de medios llega a su límite posible con Picasso. Especialmente en el dibujo. También asombra la seguridad y precisión de la línea, sin levantar el lápiz o el punzón de la superficie, una línea que, claro está, se encuentra trazada de antemano en su cerebro, aunque tampoco hay que olvidar su ejercicio constante, lo que le da una incomparable destreza, agilidad y precisión a la mano. Unas cuantas líneas modelan un cuerpo, ofreciendo una sensación de volumen, de carnosidad, única. La grandeza inabarcable de Picasso tiene sus más sólidos fundamentos en el dibujo. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 22 de septiembre de 2006
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