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Los inicios de Picasso Pintura y dibujo. Picasso de Málaga: los años de formación. Fundación Pablo Ruiz Picasso. Málaga. Plaza de la Merced, 15. Hasta el 3 de febrero de 2008. Esta preciosa y muy documentada exposición investiga un aspecto extraordinariamente interesante en cualquier gran artista, pero particularmente para los malagueños al tratarse de Picasso: sus primeros pasos como dibujante y como pintor, sus años de formación y aprendizaje, sus inicios en definitiva. La exposición se centra, además, en las obras hechas en Málaga durante los veranos, cuando venía con su familia, o bien pasaba algunos días con sus padrinos en una propiedad de la zona de los montes que rodean la ciudad. Bien sabido es que la última vez que Picasso estuvo en Málaga fue en la Navidad de 1900, llegando hacia el día 30 de diciembre y marchándose, con dirección a Madrid, el 28 de enero de 1901, es decir, con diecinueve años casi recién cumplidos. Picasso es sin duda un artista precoz, muy precoz. Los recortables de una paloma y de un perro, cuando tenía nueve años, lo certifican, porque las figuras están recortadas directamente sin dibujo previo, lo que exige una capacidad de abstracción conceptual del objeto considerable. Pero también hay que decir que, a diferencia de lo que ocurre en el mundo de la música clásica, no existe ningún genio en el campo del arte que lo haya manifestado sin asomo ninguno de duda cuando era un niño. Ese don, esa capacidad suprema, parece estar reservada sólo a algunos, pero siempre, invariablemente, músicos. Esto significa que Picasso, con ocho o nueve años, hacía dibujos sorprendentes para su edad, pero con fallos evidentes, como puede apreciarse en ese dibujo tan conocido de Hércules que guarda el Museo de Barcelona. Un dibujo a lápiz con palomas del mismo año, hacia 1890, es sin duda inusual en un niño de esa edad, con un raro enfoque «zurdo», como comenta Montse Torras, pero de él tampoco puede preverse la brillantísima evolución posterior. Lo mismo podría decirse de las deliciosas tablitas al óleo de paisajes de los montes y alrededores de Málaga, un género que precisamente Picasso no cultivó como género independiente en su época adulta. Sin embargo, aquí están ya las técnicas y muchos de los temas que serían una constante en su carrera: lápiz, óleo, tinta, palomas, toros, retratos. Donde sí hay un atisbo de lo que se esconde en este adolescente, es en el lienzo de El viejo pescador que hay en la abadía de Montserrat. Pintado en el verano de 1895, cuando Picasso todavía tiene trece años, este soberbio cuadro, de excelente factura para esa edad, demuestra una seguridad, un dominio de la composición y un conocimiento de la pintura española, sobre todo de Velázquez y de Ribera, que justifica un prometedor futuro. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 28 de diciembre de 2007
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