Memorable síntesis gráfica de Picasso

Grabado. Pablo Picasso. Caja de remordimientos.

Museo del Grabado Español Contemporáneo. Marbella. C/ Hospital Bazán, s/n. Hasta el 27 de agosto de 2005.

El origen de las 45 estampas de la llamada Caja de remordimientos de Picasso, una de cuyas series completas es propiedad de Bancaja y exhibe ahora el Museo del Grabado de Marbella, se remonta a finales de 1960 y enero de 1961, cuando, con motivo de la mudanza del artista de Cannes a Mougins, aparecen una serie de planchas de cobre y de zinc que Picasso requiere de su grabador Jacques Frelaut haga una prueba de todas ellas, para ver en qué estado se encuentran. El impresor realiza una tirada de 101 planchas sobre papel Velin de Rives, haciéndose, a partir de esas pruebas y por indicación del propio Picasso, una selección que, según sus recomendaciones, deberá ser editada empleando papeles antiguos. Además de las dificultades encontradas por Frelaut para conseguir esos papeles antiguos, sobre los que sólo podrán estamparse algunas pruebas de artista o de estado, hubo planchas de las que únicamente pudieron editarse 20 ejemplares, debido a su deficiente estado de conservación. Picasso tan sólo llegó a firmar enteramente las 11 primeras estampas, guardándose el resto en una caja, que, por orden de Kahnweiler, es enviada al pintor para que firme su contenido, desoyendo la recomendación de Frelaut y del historiador del arte Maurice Jardot de dosificar su entrega, pues era bien conocida la apatía de Picasso, ocupado en múltiples proyectos, hacia esa tediosa tarea. En efecto, la caja es abandonada en un rincón del estudio de Notre-Dame-de-Vie, no abriéndose ya hasta después de la muerte del artista. De ahí su nombre: remordimientos que aluden tanto a los de Picasso, que siempre encontraría una excusa para diferir la plasmación de la firma sobre las estampas, y a los de Kahnweiler, por no haber atendido las recomendaciones que se le hicieron.

Los 45 grabados de la Caja de remordimientos abarcan un arco cronológico bastante amplio, desde 1919/20 hasta septiembre de 1955, siendo las técnicas empleadas barniz blando, aguatinta, aguafuerte y punta seca, circunstancias que autorizan perfectamente a calificarla como una prodigiosa síntesis de su trabajo con el grabado, una actividad, junto con el dibujo, a la que Picasso no es que fuese particularmente fiel, que lo fue en grado incomparable, sino que define de manera inexcusable su modo de entender el arte y su método de trabajo. Tanto sus cuadernos de dibujos como los miles de grabados que hizo pueden ser considerados como verdaderos cuadernos de bitácora, como diarios de un navegante que siente una curiosidad infinita por desentrañar todos los secretos de la naturaleza, por indagar en esa máquina animada tan compleja y tan perfecta como es el cuerpo humano. Aquí, en estas 45 estampas, están algunas de sus más persistentes obsesiones, como representar una y otra vez a sus amantes, a sus compañeras, cuya apariencia estilística coincide naturalmente con el momento por el que estaba atravesando su lenguaje plástico, en no poca medida modificado como consecuencia de los cambios sentimentales.

Una de las obras más memorables de la colección es sin duda la Cabeza de Marie-Thérèse de febrero de 1933, una punta seca y aguafuerte sobre plancha de cobre trabajada insistentemente por el artista, casi hasta la extenuación. Obsérvense las líneas que se entrecruzan y atraviesan el rostro, o aquellas otras que modifican constantemente el perfil de la cara y la posición de la imagen. Las protuberancias y las deformaciones son las propias de la época de las esculturas de Boisgeloup, tan decisiva en su trayectoria. Otra magnífica pieza es la titulada En el cabaret, de noviembre de 1934, donde se nos revela un Picasso profundo conocedor de la tradición clásica de la pintura, en este caso especialmente de Rembrandt y de los interiores holandeses del siglo XVII. En resumen, estamos ante uno de los más exquisitos y completos conjuntos gráficos elaborados por el malagueño, imprescindible para conocer y valorar los pormenores de su labor investigadora, las características de su dibujo y la extrema libertad de su genio.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de julio de 2005