La pintura como técnica

Pintura y dibujo. Daniel Quintero.

Palacio Episcopal. Málaga. Plaza del Obispo, s/n. Hasta el 24 de febrero de 2008.

La pintura de Daniel Quintero (Málaga, 1949) se sostiene primordialmente en un notable conocimiento y aprendizaje de la técnica del dibujo, un dibujo académico, que hace guiños a la modernidad, pero que esencialmente arrastra importantes componentes del Daniel Quintero. " Tía Carmen", 1968. Carbón sobre papel. 61 x 46 cm. Colección privada. academicismo decimonónico. La vanguardia histórica, y todavía más la neovanguardia, ha pasado de puntillas por la pintura de Quintero, salvo con una excepción: la influencia del hiperrealismo. De éste puede decirse algo muy parecido al pop, a saber, que, principalmente, es un fenómeno estadounidense, es decir, que ha surgido en el seno de una sociedad neocapitalista muy desarrollada. Los trasplantes a otros lugares no han funcionado bien. De las dos vertientes del hiperrealismo, Quintero está asociado no tanto al realismo fotográfico derivado del pop, como a la dirección que remite lingüísticamente a la tradición renacentista y a la pintura de caballete, lo que se justifica en el hecho de que sus retratos, que son sin duda el ámbito temático que mejor define actualmente su obra, no se hacen a partir de fotografías, sino con el modelo delante, lo cual es una decisión encomiable. No obstante, las diferencias de Quintero con la obra de Philip Pearlstein, el principal representante de la tendencia, son muy grandes, sobre todo por el efecto de ese academicismo que no se ve en el norteamericano. Tampoco hay concomitancias con la producción de Antonio López, pues éste introduce en sus cuadros un elemento surreal, mágico, ajeno a la realidad física, que no vemos en la obra de Quintero.

Además, la evolución de la pintura de Quintero, que es un artista prototípico de un concepto de galería de arte como el que representa Marlborough, denota una acomodación al gusto del cliente, lo que contradice uno de los principios de la modernidad. En ocasiones su dibujo, como en el retrato a José Manuel Cabra de Luna, comisario de la exposición, quiere aproximarse a Picasso, al Picasso dibujante de 1916-20. En otras, como en Anglo-Sefarad, hay un claro recuerdo de la última etapa del realista sevillano Francisco Cortijo. Particularmente notable, quizás lo mejor de la muestra, es la obra dibujística de 1968-70, como se ve en los retratos de Elena y Tía Carmen, unos maravillosos carboncillos muy bien trabajados, con alma, que denota la influencia del naturalismo alemán de la segunda mitad del diecinueve, caso de Menzel, o incluso la producción litográfica de algunos autores de la Europa nórdica de la misma época.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de febrero de 2008