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La vitalidad del sur Pintura y dibujo. Alfonso de Ramón. Galería Cartel. Málaga. C/ Cortina del Muelle, 5. Hasta el 15 de abril de 2006. Miembro fundador de la Peña Montmartre, Alfonso de Ramón (Málaga, 1931) será siempre recordado como uno de los cuatro pintores malagueños –además de él, Pepe Guevara, Virgilio Galán y Gabriel Alberca– que en noviembre de 1957 visitaron a su paisano Pablo Picasso en Cannes, en su casa La Californie. La iniciativa había sido de un joven y entusiasta Vicente Ricardo Serra, y el más inmediato fruto de ella fue el cambio de nombre de la comunidad de artistas, que pasó a llamarse Grupo Picasso. A pesar de la falta de coherencia interna y de la ausencia de un proyecto definido, no cabe duda que ambas asociaciones aglutinaron los inquietos deseos de renovación plástica que caracterizaban a algunos jóvenes creadores de Málaga hace medio siglo, como, junto a los ya citados, Eugenio Chicano, Jorge Lindell, Enrique Brinkmann o Stefan von Reiswitz. Alfonso de Ramón había comenzado sus estudios de pintura en 1950 en la Escuela de Artes y Oficios de Málaga, y por los primeros dibujos hechos en los cincuenta que podemos ver en esta pequeña retrospectiva, un cálido homenaje a su trayectoria, era una persona dotada y con mano para el dibujo, pero que también estaba necesitada de una disciplina y de un ejercicio constante. Sus temas de esos años iniciales son los propios de la poética del sur: principalmente el mar, las embarcaciones de pescadores, las playas de Málaga, las casas de sus barrios populares. De aquel viaje a Francia queda un precioso dibujo a pluma, Tejados de Montmartre, muy suelto y desenfadado, fresco y lleno de espontaneidad juvenil, que, desgraciadamente, después no iba a tener la necesaria continuidad. Alfonso de Ramón se dedicó profesionalmente con los años a la decoración y el interiorismo, dejando la pintura y la escultura para sus ratos de ocio. No obstante, hay logros aislados estimables, con referencias a las vanguardias históricas, especialmente al cubismo y al surrealismo, aunque también se encuentran influencias informalistas. Pensemos, por ejemplo, en una obra como Desayuno, que quiere configurar una estructura compositiva a base de trazos gruesos y gestuales, con colores terrosos. O Mujer con perro, con una iconografía en la que se detectan atisbos simbólicos y un extraño eclecticismo. Ese mismo perro, con pico de pájaro, aparece en una de sus más divertidas esculturas, con explícitos rasgos fálicos. Interesado en el color y en el tratamiento de la forma entendida como puro divertimento, Alfonso de Ramón es un pintor ocurrente cuya nota más distintiva ha sido la alegría y el hedonismo que ha querido transmitir en toda su obra. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 14 de abril de 2006
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