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Documentar el proceso de la pintura Pintura, fotografía y vídeo. Oskar Ranz. Proceso y contemplación. Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 10 de noviembre de 2007. La segunda individual de Oskar Ranz (Pamplona, 1974) en la galería Javier Marín de Málaga, supone en cierto modo la conclusión de un proceso de trabajo que se inició en 2005, y del que ya se daba cuenta indirecta en aquella primera muestra. Interesado fundamentalmente por los aspectos procesuales y deconstructivos de la pintura, Oskar Ranz llevó a cabo durante todo un año una gradual intervención en un depósito de agua de estructura constructiva poligonal situado en el municipio leonés de Bercianos del Real Camino, una localidad situada en el Camino de Santiago y cuya elección estaba plagada de connotaciones simbólicas: el propio devenir físico y espiritual del Camino de peregrinación más importante de Europa, servía de cobertura a una intervención en la que también se reflexiona sobre el tránsito entre arquitectura y pintura. Durante aquel periodo de tiempo, Ranz pegaba carteles alrededor de la potente estructura solitaria, para, transcurridos unos meses, proceder a arrancarlos parcialmente, de tal modo que el efecto resultante final podría evocarnos las obras de Mimmo Rotella de la primera mitad de los sesenta, características del llamado «Mec-Art», esto es, una reconstrucción de la imagen sobre el soporte usando medios mecánicos, como la reproducción fotográfica. Pero, mientras que algunas de las obras más representativas de Rotella están hechas con carteles de películas, Ranz lo hace con carteles de grupos de música. El concepto, sin embargo, es radicalmente distinto. A Ranz le interesa lo deconstructivo, el recorrido inverso del acto de pintar para que la pintura consista esencialmente en una reflexión sobre el puro carácter procesual de la actividad pictórica. La muestra actual podemos calificarla de conclusiva en cuanto que estas fotografías «documentan» el trabajo del artista, es decir, se comportan como residuos visuales, y, por tanto, aptos para la contemplación estética. Las fotografías colgadas en el espacio de la galería están hechas a partir de diapositivas de 35 mm, y con ello el artista ha pretendido escenificar o teatralizar su propia intervención, y, al mismo tiempo, jugar con la escala; por eso no hay mucha definición en estas imágenes, o, lo que es lo mismo, ofrecen una deliberada densidad de grano que debilita la nitidez. La muestra también se compone de cuadros en los que aparecen ocho tonos del negro al blanco, una producción pictórica de nuevo protagonizada por la idea de proceso y el procedimiento pictórico en sí a partir de la manipulación de una cinta de carrocero, a saber, la cinta adhesiva que se usa para delimitar la superficie que se va a pintar. Con la cinta empleada, a su vez, hace Ranz unos cuadros que son auténtica pintura reciclada, pues están confeccionados prensando centenares de restos coloreados de la cinta empleada.
© Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 5 de octubre de 2007
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