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Natalia Resnik y lo sagrado Fotografías de Natalia Resnik con un marcado carácter autobiográfico y objetos de las últimas escenografías fílmicas de Ignacio Nacho Fotografía / Objetos de escenografía. Natalia Resnik / Ignacio Nacho. Sala de arte municipal. Málaga. C/ Ramos Marín, s/n. Hasta el 3 de abril de 1998. Según viene siendo habitual en esta sala, imagino que por motivos de funcionalidad y economía en la programación, de nuevo comparten espacio dos creadores cuyas propuestas son radicalmente distintas e independientes entre sí. Ocupando las dos terceras partes de la galería se exponen los últimos trabajos fotográficos de Natalia Resnik (Copenhague, 1969), divididos en tres series complementarias alusivas al reciente itinerario vital de la autora, quien desde hace algún tiempo atraviesa una honda crisis espiritual sólo parcialmente reflejada en la actual muestra. En la primera de ellas, las despobladas y sobrias imágenes en blanco y negro de una naturaleza virgen e incontaminada, poderosa e inconmensurable, arrastran una intensa carga metafórica directamente relacionada con íntimas experiencias autobiográficas y profundas alteraciones producidas en la conciencia y en la manera de comprender el mundo; más exactamente, estos paisajes, en los que sin duda resuenan los ecos de la pintura romántica alemana y donde advertimos una comunión panteísta con la naturaleza, de raigambre goethiana, son el resultado de una obsesión por el viaje entendido como un recorrido iniciático hacia el interior de la persona, esto es, constituyen el escenario grandioso y sagrado de una angustiosa búsqueda del propio yo. En la segunda serie, por el contrario, Resnik se sirve de la ironía y una cierta perversión en el empleo de los atributos sexuales para hacer una reflexión sobre las complejas relaciones de pareja y la ambigüedad que muchas veces caracteriza el juego erótico. La serie postrera, de la que se ha incluido una única fotografía, es la expresión de un anhelo: que el espíritu, al fin, se encuentre a sí mismo y halle sosiego y descanso, un deseo que quizá sólo sea posible si nos decidimos a volver a la naturaleza de la que procedemos, con lo que se cerraría el círculo (¿definitivamente?) de nuestra vida. De otro lado, la idea de hacer una instalación con ramas, troncos, hojas y arena acompañando las fotografías, ha sido de la dirección de la sala, previa consulta y oportuno consentimiento de la artista, ausente de Málaga en el momento del montaje, y si digo oportuno es porque tan imprevisible decorado enfatiza el papel de intermediarios que Resnik asigna a los marcos de madera de las imágenes, verdaderos espacios transitables entre nosotros y la naturaleza. La otra exposición es un muestrario de algunas de las escenografías y objetos que abarrotan con su delirante diseño el corto Taberu (1995) y el largometraje Júpiter (1996), ambos del joven realizador Ignacio Nacho (Málaga, 1972), quien los construye con materiales pobres y de deshecho según una estética en la que se entremezclan referencias neodadaístas, del assemblage y del cine gore. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 21 de marzo de 1998
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