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La experimentación poética de Rio Branco Fotografía e instalación. Miguel Rio Branco. Sala Alameda. Málaga. C/ Alameda Principal, 19. Hasta el 27 de agosto de 2000. La obra del artista brasileño Miguel Rio Branco (Las Palmas de Gran Canaria, 1946) es un ejemplo de experimentación poética a partir de fragmentos descarnados de la realidad donde más que ante una concepción multimediática nos encontramos ante la confluencia de distintos medios en la elaboración del producto artístico. Formado entre 1966-68 en el Instituto de Fotografía de Nueva York y en la prestigiosa Escuela Superior de Diseño Industrial de Río de Janeiro, Rio Branco, que había realizado sus primeras incursiones en la pintura a principios de ese decenio, se inclina posteriormente por el cine y la fotografía, llegando a dirigir algunos cortometrajes y a ser corresponsal de la agencia Magnum en Brasil desde 1980. La presencia de la materia pictórica, sin embargo, asociada dialécticamente en sus trabajos primigenios a un intenso conceptualismo teórico, donde deconstruye la visión unitaria de la realidad sirviéndose de la técnica del fotocollage, ha continuado ejerciendo una poderosa influencia en sus obras posteriores, que, más aún que de la fotografía propiamente dicha, parecen alimentarse de las imágenes proporcionadas por el medio cinematográfico. Considerado en ocasiones un documentalista, Rio Branco, si bien no renuncia en sus obras a mostrar con mirada crítica las profundas injusticias y contradicciones que atenazan la sociedad iberoamericana en general y brasileña en particular, trasciende la fotografía y alcanza en sus productos una compleja estética, llena de evocaciones, que rompe con las tradicionales coordenadas de tiempo y lugar, donde la memoria y el recuerdo se desvanecen y reconstruyen simultáneamente, ofreciendo en definitiva una lúcida y dramática poesía de lo real. Tanto si se trata de sus fotografías aisladas, de sus proyecciones o de sus instalaciones, en las que el sonido de la música y la macilenta luz del ambiente marcan el ritmo y la secuencia de las imágenes que se suceden ante el espectador, parece predominar el efecto de la superficie de las cosas, de los cuerpos y de los objetos, con sus fluidos e intenso colorido, al mismo tiempo insondable e indescifrable, metáfora de esa profundidad de la piel que recorre la geografía torturada del cuerpo del hombre castigado por la miseria y la explotación. Entre las obras que ahora expone, las más representativas son sin duda Entre los ojos, el desierto, una proyección audiovisual continua de 1997 que está construida según una secuencia y un ritmo precisos y en la que se nos ofrece una mirada sin comunicación, donde los sentimientos no tienen cabida, y, sobre todo, Out of Nowhere [Fuera de la nada], instalación con audio de 1994 donde, a partir de recortes de periódicos antiguos, construye con espejos viejos, luz y sonido, una suerte de rompecabezas temporal en el que conviven lo documental y la desmaterialización del cuerpo. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 26 de julio de 2000
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