Las esculto-pinturas de Fernando Robles

Escultura, pintura y dibujo. Fernando Robles.

Centro Cultural Provincial. Málaga. C/ Ollerías, s/n. Hasta el 10 de enero de 2005.

Después de seis años sin realizar ninguna exposición individual en Málaga, ciudad en la que reside desde 1978, Fernando Robles (Madrid, 1963) ha Fernando Robles. "Torsoestante para ciudadano", 2004. Terracota, acrílico, madera y hierro. 40 x 22 x 20 cm.convertido esta muestra de obra reciente en un doble reto, pues a la inevitable comparación con la producción pictórica anterior se suma ahora su nueva incursión en la escultura, un territorio en el que por el momento sólo se ha adentrado para evaluar sus posibilidades.

Sin embargo, aquel desafío viene arropado por dos circunstancias que pueden calificarse de constante en el trabajo de Robles. De un lado, su sólida formación en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, no porque esta Escuela sea mejor que otras de España, sino por la preocupación personal de nuestro autor en conocer las técnicas tradicionales de la pintura y la escultura, los útiles, los pigmentos, los procedimientos. Ha sido precisamente este frecuentar unos saberes y unas disciplinas por muchos jóvenes creadores de hoy casi completamente olvidadas, así como el permanente ejercicio del dibujo, el que le ha permitido a Fernando Robles ofrecer siempre una obra digna y bien hecha, con independencia del gusto estético del espectador. Al mismo tiempo, aquel conocimiento le convierte en un explorador cauto, humilde, ante una práctica tan compleja como la de la escultura. Por eso sus obras son pequeñas, una suerte de aproximaciones a trabajos que, a tenor de los resultados obtenidos, con toda seguridad se emprenderán en el futuro, incluso a mayor escala.

De otro lado está su cercanía estética y espiritual a la producción artística italiana de la primera mitad del siglo veinte, no sólo a la pintura metafísica de Carrá y De Chirico, sino a Sironi y la escultura de Arturo Martini, Lucio Fontana y Marino Marini. Esta vinculación con el clasicismo y la «vuelta al orden» de ciertos protagonistas de la vanguardia italiana, así como la presencia de figuras humanas que deambulan sin un objetivo preciso por las plazas y junto a los edificios representados en sus cuadros, convierten a estos en portadores de un secreto simbolismo, de un ideal inalcanzable, humanista y clásico, que además viene reforzado por la feliz simbiosis de frontones, pórticos y columnas clasicistas con estructuras arquitectónicas en la línea del racionalismo de Terragni.

De todas las esculturas expuestas la más afortunada y representativa de por dónde debe continuar su investigación en la forma tridimensional es Torso estante para ciudadano, una exquisita pieza hecha con terracota, un material mucho más dúctil que la pasta de modelar empleada en sus primeros torsos, y posteriormente pintada con acrílico, esquemática en sus rasgos esenciales, salvo la prescindible retórica del pórtico de madera pintada con frontón clásico que le sirve de fondo, trabajado con gubia de manera tradicional y artesana. En cuanto a los lienzos, uno de los que mejor definen su lenguaje actual es Hombre que señala para ciudad geométrica, donde vemos en primer término un pensativo ciudadano cuyo cuerpo lo identifica con el de la escultura antes mencionada.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de diciembre de 2004