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La geometría onírica de Antonio Rojas Pintura. Antonio Rojas. Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 3 de diciembre de 2005.
Epígono de la nueva figuración de los setenta, Antonio Rojas (Tarifa, 1962) ha tenido como mentores a sus paisanos Guillermo Pérez Villalta y Chema Cobo y también al prematuramente desaparecido Carlos Alcolea. Su pintura, construida con un lenguaje muy personal, puede ser considerada en cierto modo como la materialización de una síntesis entre abstracción y figuración, entre sueño y geometría, entre caos y orden. En muchos de sus cuadros ha estado y está presente el mar, ese mar junto al que ha crecido en donde se juntan el Mediterráneo y el Atlántico, en ese lugar misterioso y emblemático, potentísimo, que es el Estrecho, lugar de unión, de vínculo, pero también de separación de dos mundos desiguales y diferentes. Otras presencias suyas han sido las arquitecturas que proyectan densas sombras, los diques y espigones, las figuras geométricas, los lápices y los pinceles, la esfera y las barcas. Todos ellos objetos y cosas con una fuerte carga simbólica. Del mismo modo que están claras sus referencias pictóricas, desde Piero della Francesca hasta Giorgio de Chirico y Magritte, pasando por los Valori Plastici y por el grupo italiano Novecento, es decir por la vuelta al orden del periodo de entreguerras. Su primera exposición en Málaga está formada por obras de los últimos dos años, un selecto conjunto en el que destacan dos motivos distintos pero complementarios. En el primero de ellos, un estanque con forma heptagonal tiene dentro, en su centro, un par de barcas que se rozan simétricamente con un lápiz gravitando encima de ellas. Hay aquí una metáfora o una alusión simbólica al concepto de viaje y de travesía, tanto el viaje interior en busca del propio yo como el itinerario del pintor en relación con las posibilidades de la pintura. El otro motivo es un paisaje con lápices y pinceles verticales u horizontales, siendo el más característico el de un lienzo en el que un lápiz y un pincel colocados verticalmente rozan cada uno una nube, y cuyo título, Dos direcciones, está refiriéndose a los dos caminos que se le abren al artista, el del color y el del dibujo, el de la pintura-pintura y el de la línea, aunque siempre es factible, como ocurre en Antonio Rojas, mantener juntas ambas sendas y construir el sueño geométrico del pintor.
© Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de noviembre de 2005
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