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El sentimiento objetivo de la forma Grabado. Fernando Ruiz Villaespesa. Casa Fuerte de Bezmiliana. Rincón de la Victoria (Málaga). Avda. del Mediterráneo, s/nº. Hasta el 4 de febrero de 2007.
La obra de Fernando Ruiz Villaespesa (Granada, 1951), orientada desde hace mucho tiempo hacia el sentimiento objetivo de la forma, ofrece una clara filiación respecto de las tendencias neoconstructivistas y abstracto geométricas de la segunda mitad del pasado siglo, revitalizadas, frente a la dictadura del gusto impuesta por el caos informalista, sobre todo a partir de la exposición Konkrete Kunst, organizada en 1960 en la Helmhaus de Zurich por el escultor Max Bill y el profesor Max Bense. A diferencia del expresionismo subjetivista, como ha señalado Simón Marchán, las tendencias neoconcretas se inclinarán hacia los máximos estados de orden a partir de la mínima complejidad de los elementos compositivos, es decir, su tendencia natural es hacia la reducción de la entropía. En la serie Planos, realizada con aguatinta y una de las más bellas de su producción, Ruiz Villaespesa emplea sólo el blanco, el negro y el rojo, combinando dos formas fundamentales, el cuadrado y el rectángulo. Elegancia formal, equilibrio y orden, bicromía, la serie opta explícitamente por el minimalismo. En xilografías como Mandala juega de nuevo con la bicromía, pero sobre todo con la oposición de contrarios, con el concepto de lleno y de vacío, de presencia y de ausencia. Las serigrafías, en cambio, se interesan más por los juegos cromáticos, por el concepto de dinamismo y el de alternancia rítmica, con influencias de las esculturas minimalistas de Donald Judd. El trabajo más reciente de Ruiz Villaespesa, sin embargo, es una investigación y una reflexión acerca de los principios teóricos de Josef Albers en cuanto al color y al espacio. Del mismo modo que Albers, como ha explicado muy bien Giulio Carlo Argan, no está comprometido con el problema del movimiento, sino con la densidad o profundidad del espacio entendido desde un punto de vista puramente perceptivo, de tal manera que el cuadrado en su obra, lejos de ser un símbolo cósmico, es un símbolo funcional, y, por tanto, desmitificado, también Ruiz Villaespesa recurre al cuadrado, pero no como forma que se repite disminuyendo de tamaño, sino como forma que sirve funcionalmente para dosificar y establecer el proceso racional del color, de más intenso a menos intenso, esto es, como un proceso gradual en el que los planos de color sirven para mostrar una gradación esencialmente perceptiva, óptica. La ascendencia de Albers sobre el arte óptico no es en este sentido ninguna casualidad. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 19 de enero de 2007
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