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La transgresión de las convenciones Instalación y vídeo. Runa Islam. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 26 de febrero de 2006. La conocida videoartista Runa Islam (Dhaka, Bangladesh, 1970), establecida en Londres desde hace tiempo, propone en este reciente trabajo, una vídeo-instalación titulada Room Service, una reflexión acerca del deseo íntimo por transgredir las convenciones y los deberes establecidos. El origen de la obra se encuentra en la estancia de la artista en un hotel londinense, haciendo posteriormente un vídeo que será devuelto a esa misma habitación de hotel recreada en el museo. La recreación sitúa al espectador ante la neutra y aséptica comodidad burguesa de un hotel moderno de lujo, cuyas líneas funcionales y fría atmósfera es toda una declaración de principios acerca del vacío espiritual del mundo de los negocios protagonizado por los altos ejecutivos. El visitante puede tranquilamente echarse en la cama, o sentarse en los sillones dispuestos al efecto, y contemplar el vídeo que se proyecta, donde la novedad consiste en el comportamiento de un par de camareras que, contra todas las reglas, se aprovechan de la ausencia de clientes y disponen a su antojo de los mismos servicios que están habituadas a desempeñar durante su trabajo cotidiano. Pero Runa Islam no sólo nos coloca ante el deseo irreprimible de transgredir la monotonía cotidiana, sino que introduce un claro referente sexual que se concreta en el propio uniforme de ambas camareras, un uniforme-fetiche que estimula la libido y que sin duda entronca con una de las aportaciones más subliminales del cine de Buñuel, el Diario de una camarera, de 1964, protagonizada por Jeanne Moreau y Michel Piccoli, y que es la historia de una doncella que entra a trabajar en casa de una familia de la aristocracia. El carácter corrosivo del film, con los típicos objetos-fetiche del cine de Buñuel, como botas o piernas, también se recoge en la vídeo-instalación, aunque su momento álgido se alcanza cuando ha sido contratada una chica real que hace de camarera en la habitación recreada en el CAC Málaga. Al menos en dos ocasiones el espectador ha tenido oportunidad de ver en la lujosa cámara una auténtica camarera que disfruta impunemente de los servicios que le están vedados. El comportamiento ilícito se convierte en una satisfacción placentera y erótica. La sociedad de consumo, lejos de haber sido superada, es interiorizada, ejerciendo su sutil dominio sobre nosotros. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 3 de febrero de 2006
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