Evocación de la tragedia ática

Fotografía. Ixone Sádaba.

Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 14 de enero de 2006.

La primera individual de Ixone Sádaba (Bilbao, 1977) en Málaga muestra nueve fotografías digitales manipuladas de su trabajo más reciente, Pleghmone, un proyecto, como todos los suyos, polifacético e interdisciplinar, en el que recurre a técnicas y métodos de expresión artística como la Ixone Sádaba. "Pleghmone V", 2004. Fotografía digital sobre aluminio. 100 x 200 cm.fotografía, la acción y la performance. La autora se vale del cuerpo como material y territorio expresivo para indagar en las cuestiones que la acucian: la formación del yo, el desdoblamiento de la personalidad, la angustia existencial, el sufrimiento y la muerte. Para ello, para dar forma a sus preocupaciones espirituales y estéticas, recurre a lo que podríamos llamar escenas dramatizadas en escenarios reales previamente escogidos, que fotografía y manipula muy selectivamente, de tal manera que siempre es discernible e identificable la manipulación operada. Esas dramatizaciones en las que materializa y concreta su búsqueda, ofrecen indudables ecos de la tragedia griega clásica, no sólo por la disposición de los personajes y las máscaras con las que se disfrazan, sino sobre todo por el propio contenido del drama, relacionado con las pasiones y con los sentimientos, con la búsqueda de uno mismo a través del otro.

En esta ocasión ha recurrido a tres escenarios diferentes de su ciudad natal, en el fondo íntimamente relacionados entre sí, escenarios de los alrededores de Bilbao que ofrecen una cierta atmósfera misteriosa e intemporal, o si se quiere de cine gore, donde abunda la sangre derramada. Así lo delata también la gama cromática de sus fotografías, con predominio de verdes y de rojos. En cada uno de aquellos escenarios ocurren determinados hechos que parece que tienen que ver con la realidad del sacrificio, la celebración y la comunión. Son los propios miedos, las propias obsesiones  y la percepción personal del mundo social los que aquí se exorcizan, representándolos como una tragedia ática en varios actos. Por ejemplo, la muchacha desnuda vuelta de espaldas que acude como atraída por una fuerza misteriosa a un desolado edificio abandonado; en la siguiente secuencia, la chica asustada y parapetada contra una columna, mientras un personaje disfrazado con piel de oso irrumpe con ánimo devastador; en la secuencia final vemos una cabeza cortada y miembros humanos diseminados por el tenebroso local, como confirmación de lo irremediable. Pero debe advertirse que esa ilación es supuesta por el observador, la deduce al contemplar el conjunto. En otra espléndida manipulación, un personaje femenino sostiene una cabeza también femenina ensangrentada junto a un informe trozo de carne que se supone es el cuerpo: es la realización del sacrificio; junto a ella, vemos diversos personajes disfrazados de animales de la mitología mediterránea danzando y haciendo cabriolas: es la celebración del sacrificio que ha tenido lugar; por último, un personaje que se ha quitado parcialmente la máscara, recoge un cuerpo femenino desdoblado en dos cabezas: es la comunión en el sacrificio. En todo ello hay como un lejano eco de aquella película que se estrenó entre nosotros en los setenta, La corne de chevre, de Methodi Andonov, la historia de una venganza que recordaba la mítica El manantial de la doncella, de Bergman.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 25 de noviembre de 2005