Espacios para el agua

Pintura. Juan Saldaña.

Galería Casaborne. Antequera. Callejón La Gloria, 1. Hasta el 3 de junio de 2005.

Formado en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada, donde en la actualidad está haciendo el doctorado, Juan Saldaña (Alcolea del Río, Sevilla, 1963) ha sido desde el principio de su carrera un pintor figurativo atípico, pues casi siempre se ha mantenido Obra de Juan Saldaña. 2005. Óleo / lienzo.distante de un concepto de la perspectiva entendido como acercamiento a la realidad y ha hecho un uso más simbólico que real del color, lo que tampoco ha sido obstáculo para evitar continuadamente en su obra la abstracción.

En esta individual el agua se presenta como el hilo conductor, pero en el fondo no se trata más que de un pretexto para profundizar en lo que de verdad interesa a Saldaña: la figura humana en un contexto de relaciones interindividuales. Pintados con óleo sobre madera a partir de una imprimación de acrílico, sus recientes composiciones figurativas son como un catálogo simbólico de una comunicación humana generalmente conflictiva. Esas relaciones pueden ser homosexuales, lésbicas o heterosexuales, aunque siempre hay una preocupación por la estabilidad, por la fidelidad y la armonía. Haciendo uso de una pintura muy dibujada, en la que no se renuncia al cuadriculado, de un cromatismo mate muy simbólico y nada estridente, y con indudables evocaciones de las pinturas simbolistas del suizo Ferdinand Hodler, los cuadros de Saldaña suelen jugar con los conceptos de lleno y vacío y se caracterizan por un pulcro acabado y el equilibrio entre las masas.

En uno de los más representativos vemos a dos chicas bañistas sentadas en posiciones contrarias sobre unas corcheras, aunque dos detalles aparentemente insignificantes nos proporcionan la clave del tema: los cabellos entrelazados de ambas, signo de relación y de flujo mutuo, y la corchera tensa y rígida, signo de estabilidad. El contraste más acusado es aquí el que se produce entre la limpia geometría de sus cuerpos y el arabesco de sus cabellos. En otras ocasiones asistimos casi a un puro ejercicio anatómico, como en ese cuadro en el que se ve a un nadador sentado en un extremo de la tabla de un trampolín con una pierna flexionada, de modo que se palpan sus músculos y su armoniosa caja torácica. En otros, en fin, predomina un fondo abstracto y vacío, realizado con abundante uso de la espátula y sobre el que se recortan con precisión lineal los miembros de las figuras.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 22 de abril de 2005