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Matías Sánchez o la subversión estética Pintura. Matías Sánchez. Tonta la oveja que se confiesa al lobo. Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 28 de julio de 2007. Los referentes inmediatos de la pintura de Matías Sánchez (Tubinga, 1972) son los graffiti callejeros, el cómic underground canalla, desprejuiciado, obsceno e irreverente, como por ejemplo el de la revista «El Víbora», la obra de los pintores estadounidenses Keith Haring y Jean-Michel Basquiat, los dibujos de Otto Dix y George Grosz durante el convulso periodo de la República de Weimar, y también ciertas propuestas neodadaístas de los años sesenta y setenta. Figuras grotescas y satíricas; densidad icónica; inclusión de bocadillos como los de las viñetas de cómic, así como rótulos y filacterias; convivencia entre el carácter lineal, gráfico y sintético del dibujo con la gestualidad pictórica, en ocasiones claramente informalista o deudora del expresionismo abstracto, haciendo uso abundante de la técnica del chorreado; empleo inteligente y con un sentido muy plástico del espacio pictórico, dejando a veces amplias zonas vacías monocromáticas, por ejemplo de negro, que se aprovechan para incluir frases explicativas: estos son los principales rasgos lingüísticos de un autor que conoce perfectamente los procedimientos artísticos del siglo pasado, los cuales reutiliza en su propio beneficio y al servicio del contenido de su discurso, crítico, mordaz, escéptico, ácrata y alternativo. A Matías Sánchez no le gustan los convencionalismos sociales, ni las adulaciones al poder, ni los adocenamientos de muchos artistas, ni la pretendida inocencia del ser humano, presa como está en nuestras actuales sociedades de intereses mezquinos y egoísmos personales. Su visión particular y crítica con lo establecido se vale de un lenguaje directo y expresivo, entre humorístico y abyecto. Sorprende su habilidad en el empleo de una variedad cromática de colores planos acorde con las características formales del dibujo, dentro de una coherencia profunda entre forma y contenido. Los dibujos al carbón, en ocasiones enriquecidos con acuarela, son, asimismo, de una simplicidad y precisión lineal increíbles: caricaturas transidas de humor negro que se inspiran en la desolación y rutina de la existencia cotidiana. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 6 de julio de 2007
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