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La pintura contra la institución arte Pintura. Matías Sánchez. Elegidos para la gloria. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 15 de noviembre de 2009.
De Matías Sánchez (Tubinga, Alemania, 1972) se ha dicho que es un pintor subversivo, un pintor irreverente, un pintor caníbal e incluso un pintor que hace una pintura algo canalla. Pero Matías Sánchez no se da por enterado y continúa realizando una pintura que seguramente sea la suma de todas esas cosas, pero también algo más. Ante todo es un pintor que parece disfrutar enormemente con la materia pictórica, densa y pastosa, aplicada a veces a modo de pegotes que crean una rica y matérica textura. Ese aspecto de su proceder se combina con la presencia del dibujo en las composiciones, un dibujo muy lineal, probablemente hecho con la punta de madera del pincel sobre el óleo todavía sin secar. Al mismo tiempo, la variedad cromática es muy grande, en ocasiones incluso exaltada, muy viva y fogosa. Si a todo eso le añadimos una inclinación por la forma infantil, a veces primitivista, aunque casi siempre infantiloide, de niño pequeño, tenemos unos ingredientes que, naturalmente, remiten a Alemania y al Expresionismo, pero en realidad las referencias de Matías Sánchez son múltiples, pues se trata de un apasionado de la historia de la pintura. Hay obras, como por ejemplo «El artista y los aduladores» presente en esta individual, en las que advertimos unos fondos que en absoluto ignoran a Mompó y sus elementales dibujos. Tampoco se pierde nunca de vista a uno de los pioneros de esa reivindicación de lo infantil como es Dubuffet. Pero la impresión determinante es la que lo vincula a Nolde y a algunos miembros de CoBrA, sobre todo Asger Jorn y Karel Appel. En España, llama la atención las concomitancias con un magnífico pintor actual, Oriol Vilapuig. Sin embargo, el mayor punto de contacto con Vilapuig es quizás el carácter anarquizante y antisistema de esta pintura. En la muestra de Málaga, Matías Sánchez arremete claramente contra la institución arte, bien se trate de galeristas, coleccionistas, críticos, comisarios e incluso artistas. En el fondo no se trata más que de un saludable ejercicio de ironía, de reírse un poco de sí mismo y de la pretendida seriedad del arte.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 25 de septiembre de 2009.
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