El irónico eclecticismo de Diego Santos

Escultura, pintura y objetos. Diego Santos. Lo profundo es el aire.

Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 14 de enero de 2007.

Desde hace varios lustros, el rasgo más destacado de la producción artística de Diego Santos (Málaga, 1953) es el eclecticismo, pero no un sincretismo pasivo, indolente o acomodaticio, sino una constante relectura de algunas de las principales corrientes y tendencias Diego Santos. "Lo profundo es el aire", 2006. Óleo sobre bronce, papel y poliéster. 95 x 48 x 37 cm.estéticas del siglo pasado. En la muestra actual, con obra principalmente de los dos últimos años, Diego Santos contrae una deuda innegable con el arte objetual neodadaísta y neosurrealista, aunque la influencia de algunos de los más destacados protagonistas de ambos movimientos de la vanguardia histórica también está por doquier, especialmente Duchamp y Dalí, así como pueden detectarse numerosos flecos sueltos de lenguajes muy diversos, desde el Art Déco hasta las esculturas metafóricas de trapo de Louise Bourgeois. Otra característica sobresaliente del trabajo de Diego Santos es su creciente sensibilidad hacia los problemas sociales de la historia presente, que ya asomaban en Decodrama, su amplia exposición individual de 2001. Sin embargo, la crítica hacia la violencia, la miseria, la enajenación, el autoritarismo, el fanatismo y la intolerancia, están aquí resguardadas y defendidas bajo un velo de ironía o de empleo de la paradoja, en ocasiones incluso con un discurso claramente contrario a las leyes de la lógica y de la razón.

Para sus esculturas y mini instalaciones, Diego Santos incorpora toda suerte de figuras u objetos comprados en bazares y en tiendas de todo tipo, sin recurrir apenas al objet trouvé. Esa presencia deliberada de lo kitsch en sus obras constituye algo así como una glosa, un corolario negativo del presente. En cierto modo estamos ante la representación de un drama en inacabables actos, convertidos aquí en escenas de un decorado hecho con los restos de la percepción subjetiva del autor ante la realidad. Desde figuritas de animales de cristal, trozos de tela, alambre, figuritas de madera, sombreros, tazas, piedras, huesos y porcelanas, hasta bronce pintado, cuarzo, marfil, papel, poliéster y plástico, integran sus obras, en las que hallamos desde explícitas referencias sexuales, como en Amor sin guerras y Madame TT, hasta reflexiones acerca del paso del tiempo en relación con la conciencia individual, caso de Dejando que el tiempo actúe, o propuestas donde se contraponen sentimientos y acciones opuestas, como ocurre en El bien y el mal. Entre las piezas más elaboradas, Una lágrima tras la máscara, donde, además de combinar la frialdad del mármol, la textura cálida de la madera y la esponjosidad del paño, habla sutilmente de la ocultación de los sentimientos, de la representación continua que es la existencia, ajena a la verdad.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 22 de diciembre de 2006