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Mitologías del deseo Hedonismo, sensualidad y alegría de vivir caracterizan la obra del escultor José Seguiri Escultura y dibujo. José Seguiri. Galería Marín Galy. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 8 de junio de 1999. Uno de los efectos más sorprendentes que ofrece desde hace más de diez años cualquier exposición de obra reciente de José Seguiri (Málaga, 1954) es que en cierto modo resulta algo muy parecido a una pequeña retrospectiva, semejanza que nada tiene que ver con una repetición o manierismo en los temas y en el tratamiento formal de sus esculturas, sino que descansa en una inconfundible unidad de espíritu y en la libertad con que el autor interpreta la variada enseñanza de la tradición recibida. Desde la segunda mitad de los ochenta hasta hoy, la escultura de Seguiri, cuya predilección por la figura humana, el uso de técnicas y materiales tradicionales y la propia escala de muchas de sus composiciones, aptas para ser disfrutadas en un ambiente íntimo doméstico, lo vinculan a la llamada neofiguración madrileña de los setenta, ha evolucionado tanto en lo que se refiere al perfeccionamiento de las terminaciones de las piezas, crecientemente envueltas en una delicada y sutil pátina de tonalidad distinta en cada ocasión que acentúa su misterio y las dota de resonancias arqueológicas, como en lo que atañe a la paulatina apertura hacia nuevos y atrevidos contenidos temáticos. Deudora de la inagotable riqueza formal de la tradición escultórica mediterránea, desde Creta y la Antigüedad clásica grecolatina hasta Maillol, ese «griego de la belle époque», según el acertado juicio de Maurice Denis, y el último Henri Laurens, la opulenta y dinámica obra de Seguiri, tan plena de hedonismo, de sensualidad y de alegría de vivir, es un canto a la entrega feliz y placentera de los amantes, una libérrima glosa de viejos relatos mitológicos cargados de erotismo que sin prejuicio alguno afloran desde las profundidades de la memoria. Aquel atrevimiento y libertad pueden observarse en bronces como Hércules y Satiresa I, el primero una recreación del conocido pasaje del postrero de los doce trabajos del héroe en que éste alivia a Atlante de la tarea de sostener sobre sus hombros la bóveda celeste el tiempo necesario para ir a recoger tres manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, significativamente alterado ahora por Seguiri al representar una ciudad imaginaria en vez del cielo, y el segundo una tersa figura femenina desnuda de procedencia iconográfica pompeyana que ofrece transida de deseo su pecho a un cabritillo. Otra de las piezas, Cleopatra, destaca por su original volumetría en forma de cono, de modo que el cuerpo de la figura aparece abruptamente cercenado a la altura del vientre. Un último aspecto que debe ser señalado, de rotunda presencia en la muestra, es la vertiente de Seguiri como dibujante, esencial para comprender su método de trabajo. Dibujos de gran formato como el boceto preparatorio de la mencionada Satiresa o el que representa a Télefo amamantado por una cierva, con sus nítidos perfiles negros sobre un vivo fondo de tonos amarillentos, resaltan aún más si cabe el carácter monumental de estas paráfrasis del deseo que son las esculturas de José Seguiri. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 15 de mayo de 1999
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