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Héroes trágicos Las pinturas y dibujos sobre papel de José Seguiri gozan de plena autonomía respecto de su obra escultórica. Pintura. José Seguiri. Galería Marín Galy. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 3 de marzo de 2001. La primera y más saludable consecuencia de esta exposición donde sólo se muestra obra sobre papel, generalmente de gran formato, de José Seguiri (Málaga, 1954), es que enfatiza una faceta del artista que suele pasar desapercibida, que se airea poco quizás porque pudiera haberse considerado subordinada a la mucho más difundida producción escultórica, como si tan sólo se tratase de bocetos y dibujos preparatorios de las definitivas piezas en bronce, cuando lo cierto es que, observando la serena monumentalidad y rotundidad volumétrica de estas cabezas de dioses y héroes clásicos, de inmediato se percibe la plena autonomía estética de que gozan estos papeles, la vida independiente que los anima, aún más misteriosa en su imperturbable calma. El que sean proyectos de esculturas, como sin duda advertimos nada más pisar el taller del artista y admirar esas gigantescas cabezas de terracota dispersas, no les resta, insisto, un ápice de soberanía plástica. Realizadas con témpera, pastel y pigmentos sobre papel, estas cabezas encierran en sus nítidos contornos rostros redondos, sensuales, con el pelo revuelto y ensortijado, finas y estilizadas cejas, ojos almendrados, pómulos rellenos y labios carnosos. Adoptando una posición casi frontal, ocupan el centro del cuadro y recortan sus voluptuosos perfiles sobre fondos monocromos que los resaltan, como puede comprobarse en una de las piezas más conseguidas, la titulada Anteo, en la que la espléndida cabeza de tonos amarillos destaca sobre un fondo de color rojo. Otras veces el rostro del personaje está representado en posición de tres cuartos, con el mentón y la barbilla más modelados, pero en general respondiendo al mismo esquema. Seguiri
continúa ocupándose de los héroes y dioses de la mitología clásica, aunque
en esta ocasión parece haber sustituido su tradicional iconografía erótica y
sensual por otra más grave y serena, más vinculada también a la tragedia. Hay
una cierta tristeza en la mirada de ese joven Anteo que morirá asesinado por
una Cleobea enamorada pero también vengativa por no ver satisfechos sus deseos.
En otra de las composiciones aparece Orestes, el héroe trágico de Esquilo,
vengador por orden de Apolo de la muerte de su padre Agamenón, asesinado por
Egisto y Clitemnestra. En otro de los cuadros, Pílades, el compañero de viaje
de Orestes, quien le aconseja en su venganza, sobre todo cuando duda en dar
muerte a su madre Clitemnestra, recordándole cuál es la orden del dios de la
belleza. La galería incluye, asimismo, a Andrómaca, la esposa de Héctor,
quien vería morir a su padre y a sus siete hermanos en Tebas a manos de
Aquiles, representada aquí según nos cuenta la tradición, alta y morena, con
un porte dominante. De igual modo que adivinamos los rasgos brutales, duros y
violentos de Antínoo, el pretendiente de Penélope, muerto por la primera
flecha que dispara Ulises al volver a su palacio de Ítaca. En fin, también
representa Seguiri a Eros iniciado por Venus, a la arisca Ártemis que sólo
se complace en la caza, a la afortunada Ifigenia, salvada del inminente
sacrificio por la repentina piedad de la hermana gemela de Apolo, a la
desdichada Dido, en cuyas facciones presentimos el próximo suicidio. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de febrero de 2001
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