Remembranza del pasado

Escultura. José Seguiri. Tres grandes cabezas

Puerto Marina. Benalmádena (Málaga). Escultura permanente.

 

Las enormes cabezas de bronce de José Seguiri (Málaga, 1954) que acaban de ser colocadas en el espigón de Puerto Marina, en Benalmádena, tuvimos oportunidad de verlas por vez primera, en terracota, sobre un pavimento de arena, en la galería Javier Marín en junio del año pasado. Ya entonces se nos Aspecto de una de las cabezas de bronce de José Seguiri colocadas en Puerto Marina (Benalmádena) (2005).aparecieron como una poética reflexión de su autor en la que el espacio se convertía en metáfora del tiempo, de un tiempo pasado que se agolpa en nuestra memoria de mediterráneos. El mismo sentido poseen ahora, pero multiplicado. Han salido del espacio del taller y del ámbito de la galería para adueñarse de un trozo de espacio frente al mar, del que parecieran, por el color de sus pátinas entre terroso y de hierro oxidado, haber sido extraídas en una operación rutinaria de dragado del puerto. Ahí están delante nuestra las tres gigantescas cabezas, una de dos metros y las otras dos de 1’5 metros de altura, como varadas en el espigón, tumbadas, caídas, como las civilizaciones que nos han precedido, que inexorablemente desaparecieron, pero cuya memoria y cuyo pasado alimenta nuestro espíritu y nos permite encarar el futuro.

No sólo están tumbadas, sino con una expresión en sus rostros simétricos, de ojos almendrados que nos retrotraen a la antigua Caldea, que parece indicarnos que asumen con resignación el destino que el tiempo nos tiene reservado a todos, aunque algunos vencen de algún modo al tiempo proyectándose en el futuro. Estas cabezas son también testigos mudos de la extraordinaria actividad del «Mare Nostrum», no sólo económica y comercial, sino de intercambio de ideas y de experiencias. Así lo fue durante toda la Antigüedad, hasta la segunda mitad del siglo VII, en que la irrupción del Islam cierra por primera vez en la historia este mar que parece creado para que se establezcan contactos entre sus orillas. El Imperio carolingio tuvo que permanecer encerrado en sí mismo, pero poco a poco de nuevo sus riberas fueron abriéndose a la vida económica y cultural europea. De ese esplendor antiguo nos hablan estas cabezas exánimes, de la necesidad de no renunciar nunca al conocimiento del pretérito, para poder seguir caminando hacia adelante.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 4 de noviembre de 2005