¿Es posible hoy un arte político?

Instalación y fotografía. Santiago Sierra.

Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 13 de agosto de 2006.

La pregunta fundamental que encierra esta sobrecogedora y polémica exposición de Santiago Sierra (Madrid, 1966), no es tanto si es hoy posible un arte político, que por supuesto que lo es, con una determinada ideología, que en su caso es claramente de izquierdas, Aspecto de la intervención "El pasillo de la Casa del Pueblo", llevada a cabo por Santiago Sierra en Bucarest en octubre de 2005.sino si es posible, artística y moralmente, evocar, recrear o rememorar la mayor ignominia cometida por el ser humano. Si es factible ofrecer una reflexión artística acerca de los actos más reprobables de la historia humana, aquellos que nos hacen palidecer por su absoluta negación del bien y de la dicha, aquellos, en definitiva, que representan el mal absoluto. El punto de vista y la metodología de Santiago Sierra lo acercan sin duda al marxismo y, por tanto, es muy probable que no esté de acuerdo con el juicio emitido por Albert Camus en El hombre rebelde; pero, también es cierto que cada uno puede adoptar la perspectiva que considere más adecuada. En el caso de aquellos actos, que no son otros que el genocidio nazi contra los judíos y el totalitarismo estalinista en la Unión Soviética, Camus se da cuenta con una lucidez fuera de lo común que ambos acontecimientos están por encima de toda medida humana, ya que representan la destrucción completa de la condición humana. Por eso resultan insoportables. Por eso Primo Levi se suicidó, porque hasta las víctimas de los campos de concentración, ante tamaña crueldad y maldad, llegaron a tener un imborrable sentimiento de culpa.

En la pieza central y decisiva de esta exposición, 245 m3, Santiago Sierra nos enfrenta ante lo que supusieron las cámaras de gas, llevando al límite de lo permitido la recreación de aquella máquina de exterminio. Era necesario, incluso, que un grupo de expertos asesorasen a los visitantes, y que estos siguiesen escrupulosamente las indicaciones, pues, de lo contrario, su misma vida estaba en peligro de muerte. El artista ha querido enfrentar al espectador directamente con la muerte. La protesta de la comunidad judía, juzgando la instalación como un acto frívolo o una falta de respeto a las víctimas, es quizás exagerada. La seriedad y rigor de la instalación parecen estar fuera de toda duda. Pero Santiago Sierra, también hay que decirlo, ofrece una respuesta maniquea y simplista cuando afirma que el Holocausto fue el producto del Estado y del Capital, asesinato en masa que sigue produciéndose hoy todavía. Hay que tener cuidado con las comparaciones. De otro lado, es necesario conocer a fondo la ideología y el modo de funcionamiento del Estado nacionalsocialista alemán, como hace el historiador Ian Kershaw, para empezar a comprender que la explicación es tremendamente compleja y difícil, pues estamos hablando de uno de los pueblos más cultos del mundo.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 14 de julio de 2006