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La traducción de la realidad en la obra de Simon Starling Instalación, film, grabado y objetos. Simon Starling. Recent History. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 23 de enero de 2011.
Simon Starling (Epsom, Reino Unido, 1967) es uno de los artistas conceptuales más singulares e interesantes surgidos en Gran Bretaña en los últimos decenios. Su filiación conceptual no sólo no la ha ocultado, sino que la ha aireado con múltiples declaraciones. Para él lo importante es la idea que se esconde detrás de la obra y el proceso generador de la misma. En este sentido, sus piezas son la manifestación física de un discurso teórico que tiende hacia la utopía, es decir, hacia la mejora de las condiciones del mundo real. En su caso, el conceptualismo que sostiene su propuesta se desparrama en múltiples direcciones, lo que lo convierte también en un artista multidisciplinar que recurre a los más variados soportes y técnicas para dar forma y concreción a sus ideas, desde el trabajo en madera, la litografía, películas, artefactos, objetos y esculturas. Para la exposición de Málaga ha realizado una pieza espectacular, 1:1, 1:10, 1:100, que responde esencialmente a la concepción barroca de la obra de arte, esto es, a la obra dentro de la obra como recurso metodológico para que la obra misma pueda explicarse. En esta ocasión ha construido una maqueta a escala del edificio del Centro de Arte Contemporáneo que alberga su exposición y la ha colocado en su espacio central. Dado que este espacio central es un trapecio que va ensanchándose o cerrándose en dirección a sus lados opuestos más pequeños, y dado que la planta del vanguardista y racionalista edificio del antiguo Mercado de Mayoristas de Luis Gutiérrez Soto, de 1942, tiene también esa misma forma, Starling está jugando con el simbolismo de la construcción, que para unos es un homenaje a la aviación española (muy poco después realizaría Gutiérrez Soto el formidable edificio del Ministerio del Aire en Madrid, en una estética ya neoescurialense), y para otros un barco cuya proa avanza hacia el interior de la ciudad. En realidad, Starling está invitando al espectador a que reflexione sobre el espacio en que se encuentra, que analice los materiales constructivos y la estructura del propio contenedor de su obra. Este interés por la construcción y por el proceso constructivo puede relacionarse asimismo con el conceptualista belga Marcel Broodthaers, cuando trabajó como albañil en el Atomium de la Exposición Universal de Bruselas de 1958. Broodthaers pensaba que la función de la práctica artística no es disolver la institución del arte, como cree el teórico Peter Bürger, sino más bien reconocer que la destrucción de la autonomía de la obra de arte corre paralela a la hegemonía de la industria cultural, la cual ya no va a tolerar ninguna heterogeneidad ni ninguna diferenciación. Starling, imitando las fotos de la construcción del Atomium hechas por Broodthaers, homenajea a su predecesor y muestra su cercanía intelectual con esa misma posición crítica. El otro gran artefacto de la muestra es un proyector que utiliza la última tecnología de animación de ordenador y que rinde a su vez homenaje al ingeniero alemán Konrad Zuse y su Z1 (1938), la primera calculadora mecánica binaria que operaba con electricidad y que leía sus instrucciones desde una cinta perforada, pero que no es el primer ordenador electrónico del mundo, pues este privilegio lo ostenta sólo el ENIAC de 1946, de Eckert y Mauchly. En cualquier caso, Starling, al generar una secuencia de 30 segundos mediante un bucle, que se repite una y otra vez, está también indirectamente haciendo referencia al conceptualismo tautológico de Kosuth.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de diciembre de 2010.
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