La seducción mediterránea

Obra de los tres últimos años de Stefan von Reiswitz, un alemán seducido por la cultura mediterránea

Escultura y pintura. Stefan von Reiswitz.

Fundación Pablo Ruiz Picasso. Málaga. Plaza de la Merced, 15. Hasta el 16 de julio de 2000.

Stefan von Reiswitz (Munich, 1931), aunque suficientemente conocido en Málaga, donde se estableció de modo permanente en 1956, es uno de esos raros artistas de gusto estético exquisito y singularísimo, cuya numerosa y variada producción en el campo del dibujo, el grabado, la pintura y la escultura, asombrosamente culta e impecablemente realizada siempre desde el punto de vista técnico, dotada al unísono de una delicada elegancia, nobleza de espíritu, humor y sutil ironía, sin embargo, bien sea por su carácter estilístico heterodoxo e inclasificable, bien sea por la propia condición no acomodaticia y en más de un aspecto ácrata del autor, o por una inadecuada promoción en una ciudad que ha padecido de manera congénita la falta de galerías de arte contemporáneo, o incluso por la suma de todas ellas, no ha gozado en nuestro país de la proyección que se merece.

Consolidada lingüísticamente desde mediados los sesenta, después de atravesar un vertiginoso periodo de mudanzas estilísticas que se inicia en París en 1952, la obra de Stefan, insaciable voyeur de imágenes impresas y de exposiciones por el viejo continente, es deudora cuando  Stefan von Reiswitz. " Ceres montada en carro de combate tirado por cabra mecánica ", 1997. Pasta de modelar, escayola y objetos encontrados. 14 cms. de altura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

menos de tres grandes tradiciones artísticas, aunque en todos los casos asimiladas y reelaboradas por él con acento muy personal. En primer lugar, la riquísima de ese concentrado de pueblos y culturas que forman Mitteleuropa, empezando por Alemania misma, desde las manifestaciones de los primitivos pueblos germánicos hasta el dadaísmo y las sucesivas oleadas del movimiento expresionista en este último siglo, entre cuyos representantes Nolde, Ernst, Klee y Kokoschka han sido objeto de una atención muy particular por parte de Stefan. En segundo lugar, y aquí no puede uno por menos de rememorar la profunda transformación que experimentaron las ideas artísticas de Goethe después del viaje a Italia, la de las culturas de la cuenca mediterránea, desde la cicládica y minoica hasta la Grecia helenística y la Roma del Bajo Imperio, pero sin olvidar tampoco Egipto y, por extensión y lazos de intercambio e influencia, el Cercano Oriente hasta las riberas del Indo. En tercer término, la de los pueblos primitivos y preindustriales, desde África y Mesoamérica hasta Oceanía.

En esencia, la obra de Stefan es el precipitado de una tensión intelectual entre el expresionismo de raíz germánica y la concepción clásica de la belleza, entreverada de imágenes oníricas, figuras y situaciones absurdas y humorísticas, así como de una penetrante y a veces mordaz ironía. Repárese, a este respecto, en las cabezas de pájaro de algunos de sus personajes pintados sobre cristal o plexiglás, o en esa obra maestra donde se interpenetran lo antiguo y lo moderno, entendido éste también como ácida crítica al poder, la autoridad y la gloria, que es el bronce titulado Arco de Triunfo. Una última observación: la lengua y la infancia quizá sean las más preciadas posesiones del ser humano. En cuanto a la segunda de ellas, Stefan descubrió ya por entonces un secreto entusiasmo por los vestigios arqueológicos y por los artefactos mecánicos. Ambas clases de objetos, como puede fácilmente comprobarse en esta exposición, son una referencia constante en toda su obra.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 24 de junio de 2000