El espacio vacío de Suárez Chamorro

Grabado. Antonio Suárez Chamorro.

Taller Gravura. Málaga. C/ Coronel, 3. Hasta el 9 de marzo de 2005.

Formado en los talleres de grabado de Paco Aguilar y de Luis Astuy, la obra gráfica de Antonio Suárez Chamorro (Bedmar, Jaén, 1951), si bien iniciada desde un punto de vista exploratorio en 1980, empieza a consolidarse a partir Aguafuerte de Antonio Suárez Chamorrodel año 2000. Aunque generalmente la obra estampada de un pintor suele estar muy vinculada a su producción pictórica, en el caso de Suárez Chamorro el grabado le ha ido orientando hacia un estilo más atemperado, menos violento y, por su propia naturaleza, mucho menos matérico que sus conocidas esculto-pinturas. Pintor próximo a Tàpies, a la pintura matérica y al informalismo en general, Suárez Chamorro suele trabajar grandes formatos en los que lo más complicado es armonizar y cohesionar el cúmulo de materiales y objetos que se van añadiendo y, a la postre, conforman el cuadro. Obras violentas, hiperexpresivas, llenas de gestualidad y de relieve, también resultan ser muy simbólicas, con una extraña atmósfera religiosa y dramática.

Los grabados, en cambio, aunque realizados con una sintaxis informalista, en la que el gesto y el trazo son predominantes, descansan del excesivo barroquismo de sus cuadros. La densidad y la acentuada oscuridad de sus aguafuertes y de sus aguatintas responde más bien al modo de proceder propio del estampador, que en esta ocasión ha sido Luis Astuy, pero sigue siendo innegable esa manera «negra», dramática, de Suárez Chamorro. En los grabados, más que a Tàpies, que también, le debe mucho a Chillida. Sobre todo en los papeles en los que hay grandes espacios vacíos en el centro con entrantes y salientes en los que se adivina fácilmente que la misma plancha de zinc ha sido serrada y cortada. Hay como un respiro, una invitación al silencio y a la reflexión. No obstante, continúa siendo característico de su personalidad ese submundo de rasgaduras, de líneas y de manchas, así como esa diminuta y repetitiva escritura sobre la matriz que esconde un discurso obsesivo sobre el papel del artista y la posición del arte en la sociedad.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de febrero de 2005