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La creadora que pensaba en forma de ritmos
Pintura, escultura, dibujo, fotografía y tejido. Sophie Taeuber-Arp. Caminos de vanguardia. Museo Picasso Málaga. C/ San Agustín, 8. Hasta el 24 de enero de 2010.
Esta magnífica y muy bien documentada exposición, rigurosamente comisariada por Estrella de Diego, viene a confirmar algo que se sabe desde hace tiempo entre los especialistas: que la contribución de Sophie Taeuber (Davos-Platz, Suiza, 1889 – Zurich, 1943) en la configuración de los lenguajes de la vanguardia histórica fue esencial y determinante. Su carácter reservado, su nulo afán de protagonismo, su prudencia y su silencio han sido en gran parte responsables de que no haya alcanzado entre los aficionados el lugar que le corresponde, aunque también hay que tener en cuenta que su marido, el artista alsaciano Hans Arp, no empezó a ponderar la aportación de su mujer hasta varios años después de la prematura muerte de ella, no estando todavía hoy claro del todo en qué aspectos influyó Sophie Taeuber en su cónyuge y viceversa, aunque resulta indudable, y ha sido ampliamente corroborado por los estudiosos, que entre ambos hubo una complicidad y una colaboración muy importante. En cierta medida, Sophie fue una mujer privilegiada en su época, pues tuvo oportunidad de formarse entre 1910 y 1911 en el Taller de aprendizaje y ensayo para artes libres y aplicadas fundado en Munich un decenio antes por Hermann Obrist, considerada la Escuela de Arte privada más innovadora de Alemania, como el propio Le Corbusier reconocía en 1912. Asimismo, entre 1912 y 1913 completó su formación en la prestigiosa Escuela de Artes y Oficios de Hamburgo. El nivel de calidad de la enseñanza, la libertad de elección de asignaturas de los alumnos y la organización del trabajo de ambas instituciones, donde los objetos diseñados por los alumnos eran producidos por la industria, no tenía nada que ver con lo que por entonces sucedía en Francia, de un nivel mucho más mediocre. Además, aunque parezca paradójico en un régimen político autoritario como el de la Alemania guillermina, las mujeres no sufrían ninguna discriminación respecto de los hombres en estas Escuelas privadas, mientras que en la posterior Bauhaus de la República de Weimar las mujeres no podían asistir a clases de arquitectura, como recuerda Chiara Calzetta en uno de los textos del catálogo. Consecuencia de todo lo anterior es la formación polifacética e interdisciplinar de Sophie Taeuber, pues además de ser una consumada bailarina de danza, pintora y diseñadora, también se dedicó a la fotografía, la escultura, el trabajo de los tejidos, la cerámica, y, muy especialmente, la arquitectura, materia de la que desconocía las cuestiones puramente técnicas, pero que dominaba con gran soltura en lo que se refiere a la organización del espacio, que, al fin y al cabo, es la esencia de la arquitectura. Influida por Adolf Loos y por Lloyd Wright, así como por Van Doesburg, aquella capacidad se aprecia particularmente en la decoración del edificio de L’Aubette en Estrasburgo y en la casa-taller que para ella y Arp diseñó en Meudon. Conocemos sus opiniones por varios escritos redactados como guía de sus clases en Zurich, donde fue profesora muchos años en la Escuela de Artes y Oficios. En ellos retoma la idea de Loos de que la belleza está en la forma y partir de la esencia de los materiales para crear cosas bellas. Aboga claramente por la conciliación entre el trabajo hecho por las máquinas y la calidad del producto, resolviendo en cierto modo la aporía a que había llegado William Morris. Sophie Taeuber es sobre todo conocida como miembro de la vanguardia dadaísta, desde el año 1915 en que conoció a Arp en Zurich, pero también hizo aportaciones al Surrealismo. No obstante, siempre mantuvo una predilección singular por el Neoplasticismo holandés y por la vanguardia geométrica, lo que explica su integración en 1930 en el grupo Cercle et Carré fundado por Michel Seuphor. Pero en ella lo abstracto y lo figurativo coexisten sin ninguna dificultad. En definitiva, una creadora que pensaba en forma de ritmos, cromáticos y lineales, y que siempre defendió la libertad del artista, lo que en el fondo no es más que defender la libertad de cada uno de los individuos que componen la sociedad. © Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 16 de enero de 2010
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