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Un cierto estilo de pensar Selección de obra gráfica de Gustavo Torner, destacado miembro de la gran generación abstracta española Grabado. Gustavo Torner. Museo del Grabado Español Contemporáneo. C/ Hospital Bazán, s/n. Marbella. Hasta el 30 de mayo de 1999. Dentro de lo que se ha convenido en llamar la gran generación abstracta española, la indudable singularidad de la obra y la actitud hacia el arte de Gustavo Torner (Cuenca, 1925) reposan principalmente en una sutil reserva que sugiere y esconde mucho más de lo que dice de manera explícita, en la versátil capacidad de escoger los materiales adecuados a las necesidades y finalidad del discurso, con esa sobriedad contenida y economía de medios de quien busca y quiere expresar sólo lo esencial, en extremar hasta el límite la tensión del razonamiento y la convivencia de los diferentes elementos, y, según el preclaro juicio de una de las personas que más profundamente le conoció, Fernando Zóbel, en la adopción de un estilo que, más que un estilo de hacer, es todo un estilo de pensar. A partir de un riguroso conocimiento de la naturaleza, en buena medida pero no solamente explicable por su profesión inicial de ingeniero de montes, y de la historia de las formas artísticas, Torner, que también ha mostrado siempre un particular interés por la arquitectura y la distribución de los objetos en el espacio, construye una obra cada vez más despojada y minimalista, transida de un misticismo y, al modo del pájaro solitario de su admirado Juan de Yepes, una voluntad por volar hacia lo más alto que, paradójicamente, no parece tampoco renunciar a esa materialidad física, a ese sentido terrenal en donde palpita la huella de lo antropológico y el discurrir azaroso de las contradicciones de los hombres. En esta ocasión se han reunido algunas de sus carpetas de obra gráfica más representativas, actividad de la que Torner ha venido ocupándose sin interrupción desde la primera mitad de los sesenta, cuando, gracias al ejemplo de Sempere, Abel Martín y Zóbel, se convierte en uno de los primeros artistas españoles en hacer uso de la serigrafía, si bien ya entre 1955-56 había realizado una serie de monotipos que en parte presagian las ulteriores transformaciones de su pintura. De hecho, si hay en la producción entera de Torner evidencias claras de aquel estilo de pensar es, quizás como correlato de esa dualidad de contrarios y del armónico equilibrio inestable que la atraviesa, en la coexistencia del simultáneo carácter incontrolado e imprevisible de todo procedimiento de estampación y el distanciamiento que de manera ineluctable la acompaña. Aquí están, para demostrarlo, series como Heráclito, nueve fragmentos / Torner, nueve serigrafías (1965), expresión de la dialéctica cósmica entre pares de opuestos, Equivalencias (1969), un austero ejercicio de depuración compositiva de seis obras clásicas de la historia de la pintura, Resumen del decir-Laberinto-Pauta para un abecedario (homenaje a Jorge Luis Borges) (1970), metáfora de la infinita combinatoria y los caminos insondables de las letras del alfabeto, Sur Geometries (1972), íntima conversazione con nueve arquitectos, Japonesadas (1974), un diálogo entre oriente y occidente, y la carpeta dedicada a San Juan de la Cruz (1991), que fue su particular homenaje al Museo del Prado. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de mayo de 1999
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